22/06/2017, 21:02
Como ya le era de costumbre, Datsue volvió a elegir las palabras adecuadas. Los gestos adecuados. Era un muchacho habilidoso, de eso no había duda. Y Shinjaka no pudo hacer más que dejar calar su su discurso como si realmente creyese en la falsa gratitud del uzureño, como si en realidad no tuviese otra opción.
Aquel rostro afligido entonces volvió a su ápice habitual, el gesto ahora era el de antes; galante y sereno, infranqueable. ¿Había sido aquello, quizás, una treta sólo para que Datsue le mostrara algo de respeto?
Por su siguiente acción, nadie lo sabría. Porque mientras Datsue volteaba ver a su catatónico y distraído colega, Shinjaka también se dio la vuelta, en dirección contraria.
—Suerte en el torneo, Datsue-kun. Ojalá nos veamos pronto, muy pronto.
Aquel rostro afligido entonces volvió a su ápice habitual, el gesto ahora era el de antes; galante y sereno, infranqueable. ¿Había sido aquello, quizás, una treta sólo para que Datsue le mostrara algo de respeto?
Por su siguiente acción, nadie lo sabría. Porque mientras Datsue volteaba ver a su catatónico y distraído colega, Shinjaka también se dio la vuelta, en dirección contraria.
—Suerte en el torneo, Datsue-kun. Ojalá nos veamos pronto, muy pronto.