1/07/2015, 16:00
Reaccionar rápido fue clave para acabar con el líder de aquella manada de unicornios no-muertos, una decisión que pudo resultar muy arriesgada en un primer momento pero que acabó con un resultado mejor de lo esperado. Eso sí, me di cuenta que la única manera que tenía para combatir contra estas bestias, podría ser un arma de doble filo, aquel lugar no era capaz de soportar ni una sola de mis pequeñas bombas, puesto que nada más que arrojé aquel cráneo sin vida al aire y explotó. El techo se vino abajo sepultando los restos del cuerpo del jefe de la manada. Pero hubo algo más, los cascotes venían con refuerzos.
"¿Pero que cojones?"
Cuando el estruendo de la explosión se apagó, se oyó con claridad el grito de alguien que bajaba acompañando a los escombros, como si estuvieran compitiendo por ver quién llegaba antes al suelo. Finalmente, la gravedad se aseguró que acabaran en empate. Pues aquel muchacho abrazó el suelo con tanta pasión que parecía que se había partido la crisma. Por lo menos, sus gemidos a causa del dolor, no decía lo contrario.
-Menuda ostia te has dado... Dije en voz alta, olvidando a los unicornios por un instante.
El nuevo invitado, al comenzar a comprender lo que allí estaba sucediendo, sacó fuerzas para recomponerse de la descomunal caída y retrocedió hacía nosotros. Balbuceó algo pero no logré entender, después Masa paró a aquel chico y comenzó a rezar algo, puesto que decía algo de jurar o algo así.
"Cómo una cabra..."
Todo esto provocó que los unicornios, ahora sin líder se encabritaran aún más. Venían a por nosotros, con la intención de no darnos ni un respiro. Masa me advirtió de que venían dos a por mi, pidiéndome que no explotara nada de nuevo.
-Eso ya me lo dijiste antes!, si exploto algo de nuevo, quizás venga alguien más. Por si las moscas, preparé más explosivo del que se me daba tan bien hacer, pero esta vez quería probar algo diferente. Espere a que los unicornios estuvieran lo suficientemente cerca para llevar a cabo un jutsu, calculé la trayectoria para que me diera tiempo a ejecutar la secuencia de sellos y de repente exclamé.
-Doton, Retsudo Tenshō!
El suelo se abrió delante mía y los caballos que ya no pudieron hacer nada por rectificar su trayectoria, fueron engullidos por el cráter que ahora había delante de mi. Se abrió literalmente un agujero, puesto que debajo de ese suelo construido por la mano del hombre no había más que vacío que llevaría a saber donde, solo se que transcurrieron unos segundos y aún no pude percibir a los unicornios estamparse contra nada.
"Oh!, debe haber más plantas inferiores. ¿A donde leches llevará éste sótano?"
Pero tampoco fue una buena idea del todo, el suelo poco a poco cedía, y al rato comenzó a ceder como en un efecto dominó, a toda prisa. Haciendo que ese agujero de tres metros de largo y metro y medio de ancho, fuera cada vez más y más grande. El suelo se estaba viniendo abajo, y si no hacíamos nada al respecto caeríamos también a aquel oscuro vacío.
-Agarraros a algo de la pared!!! el suelo se viene al carajo!!!
Por mi parte corrí a la pared y por fortuna, habían numerosas y enormes cadenas que estaban enganchadas a la pared por unas impresionantes alcayatas. Supongo que serían cadenas para apresar a criminales, suficientemente resistentes como aguantar el peso de un joven adolescente, me sujeté a una con la esperanza de que eso evitara mi caída. Después comprobaría que la pared era segura para caminar por ella, imbuyendo chakra en mi pies.
"¿Pero que cojones?"
Cuando el estruendo de la explosión se apagó, se oyó con claridad el grito de alguien que bajaba acompañando a los escombros, como si estuvieran compitiendo por ver quién llegaba antes al suelo. Finalmente, la gravedad se aseguró que acabaran en empate. Pues aquel muchacho abrazó el suelo con tanta pasión que parecía que se había partido la crisma. Por lo menos, sus gemidos a causa del dolor, no decía lo contrario.
-Menuda ostia te has dado... Dije en voz alta, olvidando a los unicornios por un instante.
El nuevo invitado, al comenzar a comprender lo que allí estaba sucediendo, sacó fuerzas para recomponerse de la descomunal caída y retrocedió hacía nosotros. Balbuceó algo pero no logré entender, después Masa paró a aquel chico y comenzó a rezar algo, puesto que decía algo de jurar o algo así.
"Cómo una cabra..."
Todo esto provocó que los unicornios, ahora sin líder se encabritaran aún más. Venían a por nosotros, con la intención de no darnos ni un respiro. Masa me advirtió de que venían dos a por mi, pidiéndome que no explotara nada de nuevo.
-Eso ya me lo dijiste antes!, si exploto algo de nuevo, quizás venga alguien más. Por si las moscas, preparé más explosivo del que se me daba tan bien hacer, pero esta vez quería probar algo diferente. Espere a que los unicornios estuvieran lo suficientemente cerca para llevar a cabo un jutsu, calculé la trayectoria para que me diera tiempo a ejecutar la secuencia de sellos y de repente exclamé.
-Doton, Retsudo Tenshō!
El suelo se abrió delante mía y los caballos que ya no pudieron hacer nada por rectificar su trayectoria, fueron engullidos por el cráter que ahora había delante de mi. Se abrió literalmente un agujero, puesto que debajo de ese suelo construido por la mano del hombre no había más que vacío que llevaría a saber donde, solo se que transcurrieron unos segundos y aún no pude percibir a los unicornios estamparse contra nada.
"Oh!, debe haber más plantas inferiores. ¿A donde leches llevará éste sótano?"
Pero tampoco fue una buena idea del todo, el suelo poco a poco cedía, y al rato comenzó a ceder como en un efecto dominó, a toda prisa. Haciendo que ese agujero de tres metros de largo y metro y medio de ancho, fuera cada vez más y más grande. El suelo se estaba viniendo abajo, y si no hacíamos nada al respecto caeríamos también a aquel oscuro vacío.
-Agarraros a algo de la pared!!! el suelo se viene al carajo!!!
Por mi parte corrí a la pared y por fortuna, habían numerosas y enormes cadenas que estaban enganchadas a la pared por unas impresionantes alcayatas. Supongo que serían cadenas para apresar a criminales, suficientemente resistentes como aguantar el peso de un joven adolescente, me sujeté a una con la esperanza de que eso evitara mi caída. Después comprobaría que la pared era segura para caminar por ella, imbuyendo chakra en mi pies.