25/06/2017, 23:15
Keisuke cedería pronto a su propia curiosidad, y empezaría a increpar sobre el cómo serían las instalaciones de los Dojos, y de su deseo por poder pasar, al menos, de la primera ronda.
—No sé, pero es un evento de multitudinaria asistencia. Han de haber gastado una buena pasta en preparar todo para tantos invitados. Sólo espero que no haya mejores beneficios para los de uzushiogakure, esos malditos creídos adinerados se creen siempre superiores —admitió, enervado—. y sobre Mogura, si te soy sincero; creo que el idiota se ha arrepentido y ha decidido quedarse en casa. Piénsalo bien: ¿qué pudo habérsele quedado en la aldea, que fuera tan importante, y que se viera obligado a caminar otra media hora de regreso sólo para traerlo?
Soltó un bufido, y puso su mejor cara de convencimiento.
—Ha de estar durmiendo en su cuarto, o leyendo algún libro de medicina.
Al terminar su frase, un extenuante haz de luz de pronto les iluminó la cara a ambos. Se trató de un sol liberado que ahora se mostraba visible tras haber dado las últimas zancadas para encontrar uno de los últimos picos de la imponente cordillera, y cuyas formaciones rocosas se iban haciendo cada vez más pequeñas y angostas.
El escualo se detuvo, intentando ubicarse; y aguardó a que su compañero le ayudase a buscar algún indicio o cartel que les diera algún indicio de que estaban cerca de llegar a su destino.
—No sé, pero es un evento de multitudinaria asistencia. Han de haber gastado una buena pasta en preparar todo para tantos invitados. Sólo espero que no haya mejores beneficios para los de uzushiogakure, esos malditos creídos adinerados se creen siempre superiores —admitió, enervado—. y sobre Mogura, si te soy sincero; creo que el idiota se ha arrepentido y ha decidido quedarse en casa. Piénsalo bien: ¿qué pudo habérsele quedado en la aldea, que fuera tan importante, y que se viera obligado a caminar otra media hora de regreso sólo para traerlo?
Soltó un bufido, y puso su mejor cara de convencimiento.
—Ha de estar durmiendo en su cuarto, o leyendo algún libro de medicina.
Al terminar su frase, un extenuante haz de luz de pronto les iluminó la cara a ambos. Se trató de un sol liberado que ahora se mostraba visible tras haber dado las últimas zancadas para encontrar uno de los últimos picos de la imponente cordillera, y cuyas formaciones rocosas se iban haciendo cada vez más pequeñas y angostas.
El escualo se detuvo, intentando ubicarse; y aguardó a que su compañero le ayudase a buscar algún indicio o cartel que les diera algún indicio de que estaban cerca de llegar a su destino.