29/06/2017, 00:44
(Última modificación: 29/06/2017, 04:06 por Umikiba Kaido.)
Sin ánimo, ni gracia; el hombre repasó una lista confidencial donde probablemente tendría todos y cada uno de los nombres de quienes participarían finalmente en las llaves iniciales del torneo, cerciorándose entonces de que los nombres y la procedencia de ambos jóvenes era información más que correcta. Les volvió a dar un repaso con la mirada, hizo un gesto con el brazo derecho y el guardia número dos se movió hasta los linderos de una casilla cercana para buscar algo, probablemente.
—Bienvenidos al Valle de los Dojos. El Valle cuenta con áreas divididas para los invitados de cada aldea, por lo que debéis tener en cuenta que vosotros, los ninjas provenientes de Amegakure, se hospedarán en el área de Nishinoya, que para llegar hasta allá debéis seguir recto por éste camino principal hasta que deis finalmente con la ciudad de Sendōshi, la capital de los Dojos; y desde ahí coged la ruta que os llevará hacia el complejo donde os hospedaréis.
Hizo un hiato de silencio cuando su compañero volvió, entregándole dos pequeñas bolsas de plástico con ciertos items en su interior.
—Aquí tienen las llaves de su habitación previamente asignada, un vale de alimentación utilizable en cualquier comercio de comida del Valle cuyo coste está cubierto por nuestro amable Juuchin, y un mapa con el que podéis guiaros durante su estancia. Que tengan una estadía placentera, y mucha suerte en el torneo.
Sentenció, antes de mover su pesada armadura del camino y dejar el espacio para que los shinobi cruzasen finalmente hasta el interior del tan esperado Valle de los Dojos.
Lo que vino después de allí fue un viaje cultural de lo más curioso, donde el trayecto principal hasta la ciudad de Sendōshi fue bastante revelador. Desde los matices más perceptibles del gentilicio que hacía vida dentro de aquellos muros pedruscos hasta la decoración antaña feudal que predominaba a lo largo y ancho del Valle.
Cruzar hasta el camino correcto que les llevaría a Nishinoya no fue tarea fácil, pero al lograrlo; ambos genin lograron tomar la carretera principal que se extendía hasta los extremos más izquierdos de todo el valle, donde tras una caminata de 10 minutos, dieron finalmente con el complejo preparado sólo para Amegakure. Dos edificios paralelos el uno del otro con aspecto tradicional japones, cuya extensión daba a entender que los espacios interiores eran amplios y numerosos también. El escualo se apuró a entrar, y una vez en la comodidad de aquella edificación, revisó el número de su habitación e intentó ubicarse.
—Bueno, colega, aquí estamos. Yo ya marcho a darme una ducha y a sobar un poco, a ver si en la noche salgo un rato a explorar por ahí. ¿Quedamos mañana en la tarde para entrenar, o buscar un par de damas de compañía que nos hagan la tarde?
Indagó, sonriente. Esperaría la respuesta de su compañero, y después tomaría rumbo hacia su habitación.
—Bienvenidos al Valle de los Dojos. El Valle cuenta con áreas divididas para los invitados de cada aldea, por lo que debéis tener en cuenta que vosotros, los ninjas provenientes de Amegakure, se hospedarán en el área de Nishinoya, que para llegar hasta allá debéis seguir recto por éste camino principal hasta que deis finalmente con la ciudad de Sendōshi, la capital de los Dojos; y desde ahí coged la ruta que os llevará hacia el complejo donde os hospedaréis.
Hizo un hiato de silencio cuando su compañero volvió, entregándole dos pequeñas bolsas de plástico con ciertos items en su interior.
—Aquí tienen las llaves de su habitación previamente asignada, un vale de alimentación utilizable en cualquier comercio de comida del Valle cuyo coste está cubierto por nuestro amable Juuchin, y un mapa con el que podéis guiaros durante su estancia. Que tengan una estadía placentera, y mucha suerte en el torneo.
Sentenció, antes de mover su pesada armadura del camino y dejar el espacio para que los shinobi cruzasen finalmente hasta el interior del tan esperado Valle de los Dojos.
Lo que vino después de allí fue un viaje cultural de lo más curioso, donde el trayecto principal hasta la ciudad de Sendōshi fue bastante revelador. Desde los matices más perceptibles del gentilicio que hacía vida dentro de aquellos muros pedruscos hasta la decoración antaña feudal que predominaba a lo largo y ancho del Valle.
Cruzar hasta el camino correcto que les llevaría a Nishinoya no fue tarea fácil, pero al lograrlo; ambos genin lograron tomar la carretera principal que se extendía hasta los extremos más izquierdos de todo el valle, donde tras una caminata de 10 minutos, dieron finalmente con el complejo preparado sólo para Amegakure. Dos edificios paralelos el uno del otro con aspecto tradicional japones, cuya extensión daba a entender que los espacios interiores eran amplios y numerosos también. El escualo se apuró a entrar, y una vez en la comodidad de aquella edificación, revisó el número de su habitación e intentó ubicarse.
—Bueno, colega, aquí estamos. Yo ya marcho a darme una ducha y a sobar un poco, a ver si en la noche salgo un rato a explorar por ahí. ¿Quedamos mañana en la tarde para entrenar, o buscar un par de damas de compañía que nos hagan la tarde?
Indagó, sonriente. Esperaría la respuesta de su compañero, y después tomaría rumbo hacia su habitación.