1/07/2017, 16:00
Aiko le informó de que ya había perdido la cuenta de la edad que tenía en realidad. Juro no podía imaginar algo así, realmente. Con los cincuenta la chica aun no habría sobrepasado la esperanza de vida de una persona — aunque la de un ninja es más escasa, en realidad, ya que en cualquier momento pueden morir —, pero si ya hablaban de cien, Aiko parecía más bien un ser mitológico.
Afortunadamente, Juro consiguió relajar el ambiente. La chica soltó una carcajada.
—Jajajajaja... si, tu piel es muy blanca... jajaja.
Juro esbozó media sonrisa. Puede que fuese estupido, pero se sentía en deuda con ella. Le había contado muchas cosas. Y él, en cambio, no podía enseñarle su marioneta — su hermana le mataría —, por lo que se había decidido a contarle alguna cosa de su vida.
— Mi hermana me contó que en el hospital casi les da un infarto cuando salí — explico, ajustándose la camisa —, pero quizá se lo haya inventado. No tengo forma de averiguarlo. Mis padres están muertos.
Juro trató de no ponerse demasiado serio con el tema, aunque fuese algo a la par. No era su intención. Tal y como había dicho Aiko, ella había perdido a una persona importante también.
— Antes te he dicho que provengo de una familia de mercaderes. En realidad, la vena mercader me viene de mi padre, que era dueño de una tienda de arma en la villa, que ahora cuida mi hermana. Mi madre era ninja, pero muy vinculada a esas cosas; era igual de manitas que yo. De tanto ir a la tienda y pedir consejo para sus maquinaciones, acabaron enamorándose — admitió. Pronto, metió la mano bajo su camisa y sacó un colgante —. Mira. Esto me lo dejó ella.
Era la primera vez que lo sacaba en público. El colgante en sí no era gran cosa: un cordel negro carbón, y en el centro, colgaba un colmillo casi tan pálido como él. Este era muy duro e incluso afilado, aunque Juro nunca supo de donde provenía.
Afortunadamente, Juro consiguió relajar el ambiente. La chica soltó una carcajada.
—Jajajajaja... si, tu piel es muy blanca... jajaja.
Juro esbozó media sonrisa. Puede que fuese estupido, pero se sentía en deuda con ella. Le había contado muchas cosas. Y él, en cambio, no podía enseñarle su marioneta — su hermana le mataría —, por lo que se había decidido a contarle alguna cosa de su vida.
— Mi hermana me contó que en el hospital casi les da un infarto cuando salí — explico, ajustándose la camisa —, pero quizá se lo haya inventado. No tengo forma de averiguarlo. Mis padres están muertos.
Juro trató de no ponerse demasiado serio con el tema, aunque fuese algo a la par. No era su intención. Tal y como había dicho Aiko, ella había perdido a una persona importante también.
— Antes te he dicho que provengo de una familia de mercaderes. En realidad, la vena mercader me viene de mi padre, que era dueño de una tienda de arma en la villa, que ahora cuida mi hermana. Mi madre era ninja, pero muy vinculada a esas cosas; era igual de manitas que yo. De tanto ir a la tienda y pedir consejo para sus maquinaciones, acabaron enamorándose — admitió. Pronto, metió la mano bajo su camisa y sacó un colgante —. Mira. Esto me lo dejó ella.
Era la primera vez que lo sacaba en público. El colgante en sí no era gran cosa: un cordel negro carbón, y en el centro, colgaba un colmillo casi tan pálido como él. Este era muy duro e incluso afilado, aunque Juro nunca supo de donde provenía.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60