2/07/2017, 13:00
Juro abanicó la risa de la chica con una media sonrisa. Parecía que había conseguido su objetivo, hacer reír a la chica, o alejarla del pensamiento sobre esa persona importante que había perdido. Continuó entonces aclarando que su hermana había sido un tanto cruel —aunque podía deducirse que no hablaba en serio— diciéndole a éste que en el hospital casi les da un infarto cuando nació, quizás refiriéndose a lo de su tono de piel. Sin embargo, de nuevo lanzó la conversación hacia un pozo sin fondo, o esa era la impresión que daba. Informó sin preámbulos que sus padres estaban muertos.
—Andamos igual entonces... —respondió en respuesta a su carencia de progenitores.
El chico continuó hablando, dando a conocer que provenía de una familia de mercaderes. Su padre era dueño de una tienda —que había heredado la hermana— y la cuál frecuentaba su madre, hasta que el amor surgió. El chico se llevó la mano hacia el pecho, y tomó el colgante que ocultaba entre el pecho y las prendas. Se lo mostró a la chica, y añadió que éste amuleto se lo había dejado su madre. Se trataba de un colmillo de alguna especie de bestia, además de eso seguramente sería uno de sus mas preciados tesoros.
En su pierna derecha la chica conservaba un trozo de papel que guardaba con el mismo ahínco, con el mismo valor. ¿Cómo no saber cuánto representaba para éste ese amuleto? Sin duda, se parecían bastante... tenían mucho en común.
—Es un colgante precioso, Juro. Y seguro que para ti vale mas de lo que te puedan dar por él en cualquier tienda. —inquirió la chica. —Yo también tengo algo parecido, aunque lo mío es mas complicado de mostrar.
Dejó caer un suspiro, recordando el último regalo de su padre.
—Y bueno, Juro... ¿tienes pensado ganar el torneo para enorgullecer a tu hermana? ¿o tienes otros motivos para participar?
—Andamos igual entonces... —respondió en respuesta a su carencia de progenitores.
El chico continuó hablando, dando a conocer que provenía de una familia de mercaderes. Su padre era dueño de una tienda —que había heredado la hermana— y la cuál frecuentaba su madre, hasta que el amor surgió. El chico se llevó la mano hacia el pecho, y tomó el colgante que ocultaba entre el pecho y las prendas. Se lo mostró a la chica, y añadió que éste amuleto se lo había dejado su madre. Se trataba de un colmillo de alguna especie de bestia, además de eso seguramente sería uno de sus mas preciados tesoros.
En su pierna derecha la chica conservaba un trozo de papel que guardaba con el mismo ahínco, con el mismo valor. ¿Cómo no saber cuánto representaba para éste ese amuleto? Sin duda, se parecían bastante... tenían mucho en común.
—Es un colgante precioso, Juro. Y seguro que para ti vale mas de lo que te puedan dar por él en cualquier tienda. —inquirió la chica. —Yo también tengo algo parecido, aunque lo mío es mas complicado de mostrar.
Dejó caer un suspiro, recordando el último regalo de su padre.
—Y bueno, Juro... ¿tienes pensado ganar el torneo para enorgullecer a tu hermana? ¿o tienes otros motivos para participar?