2/07/2017, 15:22
—De por sí, todo este asunto me resultaba un tanto complicado, y ahora le ha dado una nueva dimensión de profundidad —agrego el peliblanco, que se sentía impresionado ante semejante e inesperado caudal de información.
—En términos muy simples, es un intercambio: Ustedes han de servirme como modelos para mi proyecto, y yo les entregare los muchos pergaminos con las crónicas e investigaciones de mi ancestro. Y claro, solo los que conciernen a ustedes.
—¡Ah! Ahora si entiendo —aseguro con cierto entusiasmo—. No es algo que esté buscando especialmente, pero lo cierto es que me interesa bastante todo lo que tenga que ver con la historia de mi familia, así que acepto el trato.
La casa Hakagurē solía tener un enorme registro histórico que relataba las vidas de sus miembros desde hace cientos de años, pero luego de la dispersión del clan al abandonar la villa de la espiral, mucha de esa información se perdió al dividirse entre los distintos miembros. Su padre había guardado una buena parte, pero mucho de ello se quemo durante la batalla contra los bandidos en la aldea donde se crio el peliblanco. Por lo que la ocasión se prestaba para recuperar aquellos documentos y hacer una considerable contribución al legado de su familia.
—Nishijima-san —habló el Uchiha, aclarándose la garganta—. Debo admitir que ha merecido la pena venir hasta aquí. A cambio de todos los documentos que tenga sobre mi ancestro, me pondré a su disposición para mi parte del trato...
»Que, si no me equivoco, se limitará a quedarme quieto durante... ¿Cuánto tiempo necesita para hacerme una escultura?
—Pues he de decirte que te equivocas; Tengo una memoria eidética, por lo que con solo un recuerdo puedo recrear a la perfección lo que he visto. Además de eso, no planeo hacer unos bustos que sean replicas suyas, sino unas esculturas que los representen en otros sentidos… No me gusta ponerlo en palabras superfluas—arrugo un poco la nariz antes de continuar—, pero sería como crear una estatua de un tigre que represente el valor y la fuerza de cierto individuo, sin hacer alusión a su apariencia física.
»Yo tratare… Lograre darle forma física a la esencia de su existencia, hacer concreto lo abstracto, y alegórico lo perceptible a través de los sentidos. Ese es mi modus operandi cuando trato de conferirle a la piedra humanidad.
Aquel anciano era sin duda alguien ladino, lo suficientemente determinado como para conseguir lo que deseaba, aunque en el costo hubiese incluido vidas. Pese a aquello, derrochaba una pasión abrazadora al momento de hablar sobre su trabajo, que también era su vida. Sus ojos brillaban con juventud y vitalidad al momento ambicionar la que sería la mayor de sus obras, mientras que en otros momentos se mantenían lánguidos y burlones. De alguna manera, a Kōtetsu le parecía que aquel ser era: Primero artista y luego humano.
“Entonces, es alguien capaz de desechar su humanidad en favor de su arte… —Dejo escapar una leve risilla—. Es irónico, teniendo en cuenta su titulo, “Aquel que le confiere a la piedra humanidad”. Si, es hasta gracioso”.
—Me parece que ya tengo dos afirmativos, y solo me falta una respuesta —dirigió sus ojos en dirección a Kaido, esperando que este respondiera—. Dime, ¿ya te has decidido muchacho, o un pez te ha comido la lengua?
—En términos muy simples, es un intercambio: Ustedes han de servirme como modelos para mi proyecto, y yo les entregare los muchos pergaminos con las crónicas e investigaciones de mi ancestro. Y claro, solo los que conciernen a ustedes.
—¡Ah! Ahora si entiendo —aseguro con cierto entusiasmo—. No es algo que esté buscando especialmente, pero lo cierto es que me interesa bastante todo lo que tenga que ver con la historia de mi familia, así que acepto el trato.
La casa Hakagurē solía tener un enorme registro histórico que relataba las vidas de sus miembros desde hace cientos de años, pero luego de la dispersión del clan al abandonar la villa de la espiral, mucha de esa información se perdió al dividirse entre los distintos miembros. Su padre había guardado una buena parte, pero mucho de ello se quemo durante la batalla contra los bandidos en la aldea donde se crio el peliblanco. Por lo que la ocasión se prestaba para recuperar aquellos documentos y hacer una considerable contribución al legado de su familia.
—Nishijima-san —habló el Uchiha, aclarándose la garganta—. Debo admitir que ha merecido la pena venir hasta aquí. A cambio de todos los documentos que tenga sobre mi ancestro, me pondré a su disposición para mi parte del trato...
»Que, si no me equivoco, se limitará a quedarme quieto durante... ¿Cuánto tiempo necesita para hacerme una escultura?
—Pues he de decirte que te equivocas; Tengo una memoria eidética, por lo que con solo un recuerdo puedo recrear a la perfección lo que he visto. Además de eso, no planeo hacer unos bustos que sean replicas suyas, sino unas esculturas que los representen en otros sentidos… No me gusta ponerlo en palabras superfluas—arrugo un poco la nariz antes de continuar—, pero sería como crear una estatua de un tigre que represente el valor y la fuerza de cierto individuo, sin hacer alusión a su apariencia física.
»Yo tratare… Lograre darle forma física a la esencia de su existencia, hacer concreto lo abstracto, y alegórico lo perceptible a través de los sentidos. Ese es mi modus operandi cuando trato de conferirle a la piedra humanidad.
Aquel anciano era sin duda alguien ladino, lo suficientemente determinado como para conseguir lo que deseaba, aunque en el costo hubiese incluido vidas. Pese a aquello, derrochaba una pasión abrazadora al momento de hablar sobre su trabajo, que también era su vida. Sus ojos brillaban con juventud y vitalidad al momento ambicionar la que sería la mayor de sus obras, mientras que en otros momentos se mantenían lánguidos y burlones. De alguna manera, a Kōtetsu le parecía que aquel ser era: Primero artista y luego humano.
“Entonces, es alguien capaz de desechar su humanidad en favor de su arte… —Dejo escapar una leve risilla—. Es irónico, teniendo en cuenta su titulo, “Aquel que le confiere a la piedra humanidad”. Si, es hasta gracioso”.
—Me parece que ya tengo dos afirmativos, y solo me falta una respuesta —dirigió sus ojos en dirección a Kaido, esperando que este respondiera—. Dime, ¿ya te has decidido muchacho, o un pez te ha comido la lengua?