2/07/2015, 10:43
No era momento, no lo era, pero mi cuerpo me lo estaba exigiendo. No, no era exigencia, era necesidad. Necesitaba saciarse. Me sentía débil, o mejor dicho, hambriento, pero no estaba la situación como para pararse comer. Y sin embargo, mi cuerpo no opinaba lo mismo que yo, pese a que tenia sangre de sobra por si mismo. Pero estaba dejando de responder como tocaba. Y no volvería a hacerme caso hasta que le diera lo que pedía. Y sin embargo, seguía sin ser el momento.
Lo que había que hacer era actuar, era el momento, Kori estaba atrapado, Daruu se dirigir hacia el a toda velocidad con la pierna envuelta en llamas, y Ayame parecía haber entendido lo que pretendía. Pero cuando me alcé para correr en dirección hacia donde estaba Kori. Pero, el caso es que Daruu no había logrado acertar, y no solo eso, Kori se había librado a la fuerza de su propia prisión, que Daruu había reutilizado.
Pero ahí no acababa la cosa, Kori había agarrado la pata restante del rubio, y ahora este volaba hacia un yo que acaba de levantarse para echarse a correr. Debido al hambre que sentía, mis capacidades se vieron un tanto reducidas, entre ellas mi inteligencia o mejor dicho, mi memoria. Mi primera reacción fue agarrar a Daruu para sujetarle, y por ello puse mis manos mientras lo veía venir, pero claro... Alguien había olvidado cierta técnica que tenia activa. Y lo único que quedo de mi en su sitio cunado Daruu me atravesó fueron mis piernas y mi cabeza en aire. Una escena demasiado graciosa para la seria situación en la que nos encontrábamos. Y ademas, el cascabel que había guardado dentro de mi, cayo al suelo como consecuencia de mi estupidez. También me había olvidado por completo de él.
Para cuando logre recomponerme de nuevo, una gélida sombra se cernía sobre mi, y él aire a mi alrededor se había vuelto demasiado frío. Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando la helada mano de Kori se posó sobre mi pecho. El cuerpo empezó a temblarme, y no de miedo, y mi sangre empezó a helarse, pero de verdad, ya que Kori estaba aplicando sobre mi lo que previamente había usado con Ayame.
—Pe..ro... Aun puedo... pillarte por sorpresa...
Me había congelado el pecho, y los brazos. Lo que nunca podría imaginar Kori es que podía utilizar mis largos cabellos como arma. Forme un látigo sangriento con uno de mis mechones de pelo. Pero el Hambre y el Frío hicieron que mi reacción fuera demasiado lenta, y para cuando quise golpear a Kori, este ya me había alejado de él con un fuerte empujón.
Pero aun podía moverme, aun tenia mis pies, y aunque ya no fuera sorpresa, aun tenia mi pelo para golpearle. Rendirme era lo ultimo que pensaba hacer y estaba dispuesto a lanzarme aunque solo pudiera dar cabezazos. Pero Ayame también, y por ello, Kori consiguió atraparla, y apuntarle al cuello con una afilada estaca de hielo.
—Mierda
Lo que había que hacer era actuar, era el momento, Kori estaba atrapado, Daruu se dirigir hacia el a toda velocidad con la pierna envuelta en llamas, y Ayame parecía haber entendido lo que pretendía. Pero cuando me alcé para correr en dirección hacia donde estaba Kori. Pero, el caso es que Daruu no había logrado acertar, y no solo eso, Kori se había librado a la fuerza de su propia prisión, que Daruu había reutilizado.
Pero ahí no acababa la cosa, Kori había agarrado la pata restante del rubio, y ahora este volaba hacia un yo que acaba de levantarse para echarse a correr. Debido al hambre que sentía, mis capacidades se vieron un tanto reducidas, entre ellas mi inteligencia o mejor dicho, mi memoria. Mi primera reacción fue agarrar a Daruu para sujetarle, y por ello puse mis manos mientras lo veía venir, pero claro... Alguien había olvidado cierta técnica que tenia activa. Y lo único que quedo de mi en su sitio cunado Daruu me atravesó fueron mis piernas y mi cabeza en aire. Una escena demasiado graciosa para la seria situación en la que nos encontrábamos. Y ademas, el cascabel que había guardado dentro de mi, cayo al suelo como consecuencia de mi estupidez. También me había olvidado por completo de él.
Para cuando logre recomponerme de nuevo, una gélida sombra se cernía sobre mi, y él aire a mi alrededor se había vuelto demasiado frío. Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar cuando la helada mano de Kori se posó sobre mi pecho. El cuerpo empezó a temblarme, y no de miedo, y mi sangre empezó a helarse, pero de verdad, ya que Kori estaba aplicando sobre mi lo que previamente había usado con Ayame.
—Pe..ro... Aun puedo... pillarte por sorpresa...
Me había congelado el pecho, y los brazos. Lo que nunca podría imaginar Kori es que podía utilizar mis largos cabellos como arma. Forme un látigo sangriento con uno de mis mechones de pelo. Pero el Hambre y el Frío hicieron que mi reacción fuera demasiado lenta, y para cuando quise golpear a Kori, este ya me había alejado de él con un fuerte empujón.
Pero aun podía moverme, aun tenia mis pies, y aunque ya no fuera sorpresa, aun tenia mi pelo para golpearle. Rendirme era lo ultimo que pensaba hacer y estaba dispuesto a lanzarme aunque solo pudiera dar cabezazos. Pero Ayame también, y por ello, Kori consiguió atraparla, y apuntarle al cuello con una afilada estaca de hielo.
—Mierda