3/07/2017, 23:09
La fémina no tardó mucho más en ponerse en una postura un tanto agresiva, poco a poco se fue acercando al joven médico hasta que casi comenzaba a sentir que respiraban el mismo aire. Aiko le sacaba un par de dedos de altura pero aun así no tenía que hacer demasiado esfuerzo elevando su cabeza para que sus ojos estuviesen a la altura de los de ella.
A esa distancia era imposible no escuchar lo que tenía para decir, aunque hacía un esfuerzo por que los ojos no se desviasen un pelo de su lugar y empezasen a bailar por el cuerpo de la mujer. No estaba diciéndole nada nuevo, era sabido que tarde o temprano llegaría el día en que Mogura fuese un recuerdo en la memoria de alguien y ya no formase parte del mundo que realmente valía la pena.
Era la segunda vez que escuchaba la chica decir algo sobre lo mucho que vivía, la primera podría haberse dado a la confusión pero esta era más clara y directa.
«¿Cuánto tiempo llevaría viéndose de esa manera? ¿170 años como había dicho la última vez? ¿Cuántas veces habría perdido la memo-»
Sus pensamientos fueron interrumpidos por algo que ejercía cierta presión en sus partes nobles. No podía decir que lo esperaba, sus ojos se abrirían un poco más de lo normal por un segundo, no había forma para él de ocultar su sorpresa en ese instante.
Aiko daría entonces uno o dos pasos atrás, poco se sentía realmente la diferencia. La mano con la que Mogura sostenía el abanico se apoyaría en la barandilla.
¿Quién sabe, no? A pesar de la calidad de los directivos que están detrás del hospital de Amegakure, no se pueden despreciar los avances que se hacen en el campo de la salud, la gente cada vez puede vivir más años...
A medida que iba desparramando las mejores palabras que su mente en ese momento le permitía, sus pasos trataban de salvar la distancia que antes había alargado la pelirroja, estiraría entonces uno de sus brazos con la intención de pasarlo por su costado y apoyarlo también en la barandilla. Sus orbes cafés, sin embargo, no la perdían de vista en ningún momento.
Pero dadas las circunstancias creo que carezco del tiempo necesario para esperar a que desarrollen un método para vivir eternamente...
No podía echarse para atrás desde ese punto, Aiko quedaría con la barandilla en su espalda, con los ojos de Mogura al frente y sus brazos flanqueándola.
La única solución que veo entonces es ponerme manos a la obra y encontrar la forma de ser inmortal. Claro que para eso sería preciso realizar una serie de... experimentos con la única persona que tengo conocimiento de que enfrente ese tipo de situación. Por supuesto que para eso necesitaría contar con un poco de colaboración de tu parte...
La distancia entre los rostros de ambos sería acortada poco a poco mientras hablaba, pero sus labios no buscaban los de la mujer, sino que buscaban avanzar hasta su oído, donde terminaría de decir no solo lo anteriormente expuesto sino también lo siguiente.
En cuanto al instrumental... quizás una segunda revisión te deje más convencida.
Comentó casi susurrándole al oído a la inmortal genin de Amegakure. A lo mejor por el calor que hacía, por la naturaleza de la situación o todo eso junto y más, su cuerpo habría reaccionado de la forma que debía ante el estímulo.
A esa distancia era imposible no escuchar lo que tenía para decir, aunque hacía un esfuerzo por que los ojos no se desviasen un pelo de su lugar y empezasen a bailar por el cuerpo de la mujer. No estaba diciéndole nada nuevo, era sabido que tarde o temprano llegaría el día en que Mogura fuese un recuerdo en la memoria de alguien y ya no formase parte del mundo que realmente valía la pena.
Era la segunda vez que escuchaba la chica decir algo sobre lo mucho que vivía, la primera podría haberse dado a la confusión pero esta era más clara y directa.
«¿Cuánto tiempo llevaría viéndose de esa manera? ¿170 años como había dicho la última vez? ¿Cuántas veces habría perdido la memo-»
Sus pensamientos fueron interrumpidos por algo que ejercía cierta presión en sus partes nobles. No podía decir que lo esperaba, sus ojos se abrirían un poco más de lo normal por un segundo, no había forma para él de ocultar su sorpresa en ese instante.
Aiko daría entonces uno o dos pasos atrás, poco se sentía realmente la diferencia. La mano con la que Mogura sostenía el abanico se apoyaría en la barandilla.
¿Quién sabe, no? A pesar de la calidad de los directivos que están detrás del hospital de Amegakure, no se pueden despreciar los avances que se hacen en el campo de la salud, la gente cada vez puede vivir más años...
A medida que iba desparramando las mejores palabras que su mente en ese momento le permitía, sus pasos trataban de salvar la distancia que antes había alargado la pelirroja, estiraría entonces uno de sus brazos con la intención de pasarlo por su costado y apoyarlo también en la barandilla. Sus orbes cafés, sin embargo, no la perdían de vista en ningún momento.
Pero dadas las circunstancias creo que carezco del tiempo necesario para esperar a que desarrollen un método para vivir eternamente...
No podía echarse para atrás desde ese punto, Aiko quedaría con la barandilla en su espalda, con los ojos de Mogura al frente y sus brazos flanqueándola.
La única solución que veo entonces es ponerme manos a la obra y encontrar la forma de ser inmortal. Claro que para eso sería preciso realizar una serie de... experimentos con la única persona que tengo conocimiento de que enfrente ese tipo de situación. Por supuesto que para eso necesitaría contar con un poco de colaboración de tu parte...
La distancia entre los rostros de ambos sería acortada poco a poco mientras hablaba, pero sus labios no buscaban los de la mujer, sino que buscaban avanzar hasta su oído, donde terminaría de decir no solo lo anteriormente expuesto sino también lo siguiente.
En cuanto al instrumental... quizás una segunda revisión te deje más convencida.
Comentó casi susurrándole al oído a la inmortal genin de Amegakure. A lo mejor por el calor que hacía, por la naturaleza de la situación o todo eso junto y más, su cuerpo habría reaccionado de la forma que debía ante el estímulo.
Hablo - Pienso