3/07/2017, 23:20
La fecha de aquel día se sabía desde hace mucho y cada vez que se iba acercando más y más el momento el tiempo parecía ir más despacio. Los minutos pasaban a ser horas, las horas días. Pensar que hacía tan poco tiempo el calvo se tomaba se té del desayuno, pero para él se sentía que no desayunaba en años.
Estaba sentado y encerrado, golpeando la punta de sus dedos contra las rodillas tratando de calmar el nerviosismo. Se hablaba a si mismo, se daba confianza, se preguntaba qué vendría, quién vendría, qué haría. Lo cierto es que ya había visto varias veces caras conocidas no solo aquel día, si no en toda su estancia en el valle. Pero en ningún momento decidió hablar, se aisló por un tiempo, pero el aislamiento llegaría a su fin en el momento en el que pisara la arena y se encontrara cara a cara con su rival.
Allá vamos, deséame suerte.- el aire seguramente se sentiría halagado porque alguien le hablase, porque no había nadie más allí, en ese cubículo, para que lo escuchara. Salió, vio la luz, comenzó a escuchar sonidos e inhaló profundamente antes de seguir caminando.
Su mano tapó sus ojos al golpe fuerte de la luz, su cabeza se agachó un poco al escuchar tanto grito de gente y su boca no pudo evitar mostrar una sonrisa que reflejaba la emoción que contenía en su interior. Los pasos siguieron hasta detenerse por completo, a una distancia considerable de la otra persona que se encontraba en aquel recinto.
No hacen faltas presentaciones, ¿Verdad, compañero de fiesta?- poco se esperaba el cenobita encontrarse a un conocido frente a él. El peliblanco Riko, ganador de la máscara dorada, compañero en los esquives del alcohol.
Ahora la sonrisa era más notoria, más grande, igual que la emoción y ansiedad. Estaba listo para pelear, seguramente tanta gente no había acudido para escuchar a dos compañeros de profesión hablar y recordar.
«No hay que contenerse ¿Eh, Karamaru? No puedes quedar fuera en primera ronda, tú puedes»
Estaba sentado y encerrado, golpeando la punta de sus dedos contra las rodillas tratando de calmar el nerviosismo. Se hablaba a si mismo, se daba confianza, se preguntaba qué vendría, quién vendría, qué haría. Lo cierto es que ya había visto varias veces caras conocidas no solo aquel día, si no en toda su estancia en el valle. Pero en ningún momento decidió hablar, se aisló por un tiempo, pero el aislamiento llegaría a su fin en el momento en el que pisara la arena y se encontrara cara a cara con su rival.
Allá vamos, deséame suerte.- el aire seguramente se sentiría halagado porque alguien le hablase, porque no había nadie más allí, en ese cubículo, para que lo escuchara. Salió, vio la luz, comenzó a escuchar sonidos e inhaló profundamente antes de seguir caminando.
Su mano tapó sus ojos al golpe fuerte de la luz, su cabeza se agachó un poco al escuchar tanto grito de gente y su boca no pudo evitar mostrar una sonrisa que reflejaba la emoción que contenía en su interior. Los pasos siguieron hasta detenerse por completo, a una distancia considerable de la otra persona que se encontraba en aquel recinto.
No hacen faltas presentaciones, ¿Verdad, compañero de fiesta?- poco se esperaba el cenobita encontrarse a un conocido frente a él. El peliblanco Riko, ganador de la máscara dorada, compañero en los esquives del alcohol.
Ahora la sonrisa era más notoria, más grande, igual que la emoción y ansiedad. Estaba listo para pelear, seguramente tanta gente no había acudido para escuchar a dos compañeros de profesión hablar y recordar.
«No hay que contenerse ¿Eh, Karamaru? No puedes quedar fuera en primera ronda, tú puedes»
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘