8/07/2017, 12:12
Akame aplaudió —metafóricamente— la sensatez de su compañero el Tiburón con un grave asentimiento. Algo siniestro se cernía sobre aquel lugar, que desde el primer momento no parecía haber dado buena espina a nadie, y desde luego no quería ser él el que lo descubriese. Una cosa eran los mitos y las historias, y otra bien distinta lo que allí estaba sucediendo.
Datsue, sin embargo, tenía otros planes. Akame se sorprendió de ver a su compañero —por naturaleza esquivo con el peligro— tan interesado en seguir tirando de la madeja, y no pudo evitar preguntarse si de verdad lo que quiera que fuese que le interesaba tanto a Datsue merecía la pena.
Sea como fuere, mientras sus dos compañeros discutían, el Uchiha se quedó mirando el abismo. El oscuro abismo, las copas de los árboles algunos metros de caída más abajo y el misterioso faro. Entonces lo entendió.
—¿Alguno de vosotros sabe gobernar un barco? —lanzó la pregunta al aire, sin apartar la vista del oscuro bosque que se extendía ante él, cubriendo gran parte de la isla—. Porque yo no. Y, si no recuerdo mal, fue nuestro timonel el que se presentó en la mansión para avisar al señor Soshuro... Lo que quiere decir que, muy probablemente, viajara con él en el carruaje.
Dejó que sus palabras calaran hondo. Si aquellas suposiciones eran ciertas, la única persona que podía sacarlos de allí estaba desaparecida —en el mejor de los casos— o muerta —en el peor—. Akame sintió un mareo muy intenso mientras el corazón se le aceleraba y su respiración se entrecortaba. «Tranquilo, tranquilo...». Tuvo que respirar hondo varias veces con los ojos cerrados para relajarse.
—Con misterio o sin misterio, tenemos que encontrar a ese tío.
Datsue, sin embargo, tenía otros planes. Akame se sorprendió de ver a su compañero —por naturaleza esquivo con el peligro— tan interesado en seguir tirando de la madeja, y no pudo evitar preguntarse si de verdad lo que quiera que fuese que le interesaba tanto a Datsue merecía la pena.
Sea como fuere, mientras sus dos compañeros discutían, el Uchiha se quedó mirando el abismo. El oscuro abismo, las copas de los árboles algunos metros de caída más abajo y el misterioso faro. Entonces lo entendió.
—¿Alguno de vosotros sabe gobernar un barco? —lanzó la pregunta al aire, sin apartar la vista del oscuro bosque que se extendía ante él, cubriendo gran parte de la isla—. Porque yo no. Y, si no recuerdo mal, fue nuestro timonel el que se presentó en la mansión para avisar al señor Soshuro... Lo que quiere decir que, muy probablemente, viajara con él en el carruaje.
Dejó que sus palabras calaran hondo. Si aquellas suposiciones eran ciertas, la única persona que podía sacarlos de allí estaba desaparecida —en el mejor de los casos— o muerta —en el peor—. Akame sintió un mareo muy intenso mientras el corazón se le aceleraba y su respiración se entrecortaba. «Tranquilo, tranquilo...». Tuvo que respirar hondo varias veces con los ojos cerrados para relajarse.
—Con misterio o sin misterio, tenemos que encontrar a ese tío.