8/07/2017, 20:08
Y ahí estaba, glorioso, estupefantastico, como los cerezos en flor en primavera, el simbolo de Uzushiogakure en la bandana de mi oponente. Aunque no necesitaba mirarle la bandana para identificar a Kote... Katu... Kozu... Kako. Lo llamaré Kako mentalmente.
Aunque me había preparado para un encuentro con un Uzunés, la realidad era más imponente de lo que pudiera haber imaginado. Estaba claro que si fuera Eri ya estaría saliendo por donde he entrado, sin filtros. Incluso si fuera Koko, sería fácil y sencillo. Mi obligación para con la villa me impedía enfrentarme a un compañero, aunque esa misma obligación me refrenaba por no dejar en ridiculo a la misma.
En el caso de una kunoichi, mi caballerosidad y mi etica villal estaban de acuerdo en que permitir correr el riesgo de herir a una compañera de villa era innecesario, incluso si yo quedaba como un cobarde o un idiota. Pero con Kakotsu... Kotuza... Kako, la cosa se volvía incluso más compleja.
Porque mi testosterona me empujaba a comparar el tamaño de nuestro miembro viril metaforico en un combate de magnitudes legendarias, pero aún estaba el tema de que es de mi villa y parte de mi se sentiría mal si acababa por herirle de forma seria. Así que intenté mi tactica secreta, el dialogo.
— Mira, querido compañero de Uzushiogakure, no quiero ir con todo contra un aliado shinobi. Tu especialidad es el Kenjutsu y la mía el Ninjutsu, así que podríamos acabar los dos con un brazo de menos, y nos joderíamos mutuamente. Te propongo limitarnos mutuamente, a poco más que Taijutsu y cosas de apoyo como Ninjutsu y objetos que no hagan daño. ¿Qué te parece?
El problema esencial era que aunque él fuera imbecil y no aceptase algo tan lógico como no matarnos mutuamente con nuestras mejores bazas, yo me limitaría inconsciente y conscientemente.
Aunque me había preparado para un encuentro con un Uzunés, la realidad era más imponente de lo que pudiera haber imaginado. Estaba claro que si fuera Eri ya estaría saliendo por donde he entrado, sin filtros. Incluso si fuera Koko, sería fácil y sencillo. Mi obligación para con la villa me impedía enfrentarme a un compañero, aunque esa misma obligación me refrenaba por no dejar en ridiculo a la misma.
En el caso de una kunoichi, mi caballerosidad y mi etica villal estaban de acuerdo en que permitir correr el riesgo de herir a una compañera de villa era innecesario, incluso si yo quedaba como un cobarde o un idiota. Pero con Kakotsu... Kotuza... Kako, la cosa se volvía incluso más compleja.
Porque mi testosterona me empujaba a comparar el tamaño de nuestro miembro viril metaforico en un combate de magnitudes legendarias, pero aún estaba el tema de que es de mi villa y parte de mi se sentiría mal si acababa por herirle de forma seria. Así que intenté mi tactica secreta, el dialogo.
— Mira, querido compañero de Uzushiogakure, no quiero ir con todo contra un aliado shinobi. Tu especialidad es el Kenjutsu y la mía el Ninjutsu, así que podríamos acabar los dos con un brazo de menos, y nos joderíamos mutuamente. Te propongo limitarnos mutuamente, a poco más que Taijutsu y cosas de apoyo como Ninjutsu y objetos que no hagan daño. ¿Qué te parece?
El problema esencial era que aunque él fuera imbecil y no aceptase algo tan lógico como no matarnos mutuamente con nuestras mejores bazas, yo me limitaría inconsciente y conscientemente.
—Nabi—