9/07/2017, 17:20
Tener que aguardar tres días, no fue el más ansiado desenlace de la noche, ni mucho menos. El hozuki habría querido salir de tan tedioso proceso artístico esa misma velada, y sin embargo, Satomu parecía tener otros planes. Sugirió descanso a sus invitados, ofreciéndoles su mansión a fin de que sintieran de ella como si fuese su propio hogar. Y fue durante ese instante en el que el tiburón cayó en cuenta de lo mucho que extrañaba su verdadera casa, allá adónde la lluvia nunca se detiene y donde la insoportable humedad de pronto ya no era tan insoportable.
Y es llevaban bastante tiempo lejos de sus tierras, y habiendo transitado una extraña odisea, además, en la que no sólo habrían enfrentado peligros que aún les acechaban desde fuera, sino también todo el asunto del artista y sus conocimientos acerca de los antepasados de cada uno de los invitados.
Era mucho que procesar, o que olvidar, según fuera el caso. ¿Eran aquellos tres días realmente necesarios?
Kaido tuvo que averiguarlo a su paso, junto a Yarou, quien pareció guiar a su pupilo durante las reiteradas lecturas sobre aquel documento que Satomu había leído, sugiriéndole ciertas realidades y otorgándole también datos que habría guardado durante mucho tiempo. No reveló nada extraordinario tampoco, pero su interés era hacer de aquel viaje introspectivo una experiencia más llevadera.
Así pues, mientras más se sumergía en los papeles de historia, el asunto se iba tornando en una especie de juego divertido en el que conocer acerca de su yo pirata le resultaba hasta gracioso. A tal punto de que a la segunda noche, ya parecía ser el mismo de siempre, burlesco y socorrón, e intentó no darle tanta importancia a ese hecho en particular. Ya tendrían tiempo que dedicarle cuando volviera a su aldea.
Kotetsu, sin embargo, no parecía haber tomado el mismo camino. Teniendo en cuenta que envió a su sirvienta a que le buscase a falta de una noche para conversar, a saber qué. Kaido, por supuesto, no faltaría al sentido de compañerismo que hubo desarrollado durante el combate en equipo contra aquellos enemigos de arcilla, así que acudiría por respeto a aquella batalla, y nada más.
Y es llevaban bastante tiempo lejos de sus tierras, y habiendo transitado una extraña odisea, además, en la que no sólo habrían enfrentado peligros que aún les acechaban desde fuera, sino también todo el asunto del artista y sus conocimientos acerca de los antepasados de cada uno de los invitados.
Era mucho que procesar, o que olvidar, según fuera el caso. ¿Eran aquellos tres días realmente necesarios?
Kaido tuvo que averiguarlo a su paso, junto a Yarou, quien pareció guiar a su pupilo durante las reiteradas lecturas sobre aquel documento que Satomu había leído, sugiriéndole ciertas realidades y otorgándole también datos que habría guardado durante mucho tiempo. No reveló nada extraordinario tampoco, pero su interés era hacer de aquel viaje introspectivo una experiencia más llevadera.
Así pues, mientras más se sumergía en los papeles de historia, el asunto se iba tornando en una especie de juego divertido en el que conocer acerca de su yo pirata le resultaba hasta gracioso. A tal punto de que a la segunda noche, ya parecía ser el mismo de siempre, burlesco y socorrón, e intentó no darle tanta importancia a ese hecho en particular. Ya tendrían tiempo que dedicarle cuando volviera a su aldea.
Kotetsu, sin embargo, no parecía haber tomado el mismo camino. Teniendo en cuenta que envió a su sirvienta a que le buscase a falta de una noche para conversar, a saber qué. Kaido, por supuesto, no faltaría al sentido de compañerismo que hubo desarrollado durante el combate en equipo contra aquellos enemigos de arcilla, así que acudiría por respeto a aquella batalla, y nada más.