11/07/2017, 23:50
Tras adentrarse en el bosque, no sin ante recibir un comentario jocoso de su compañero de Uzu, los tres ninjas se vieron rodeados por una creciente oscuridad. La escasa luz de la luna que se colaba entre las copas de los árboles teñían el aire de un tinte fantasmagórico, pero que apenas les ayudaba a distinguir nada a dos palmos de su cara.
Sin embargo, Akame tenía una solución al problema. Cual mago de feria, hizo surgir de entre el chasquido de sus dedos un diminuto sol, tan pequeño como una canica, pero que iluminaba tanto o más que un candil a rebosar de aceite. A Datsue no le alivió especialmente salir de la penumbra. Pese a que ahora veían dónde pisaban —cosa que agradecía—, se habían convertido en un blanco terriblemente fácil. Un blanco que hasta un ciego podría ver…
—¡Allí!
Datsue pegó de pronto un salto, tapándose la boca con miedo de que el corazón se le hubiese salido por ella. Al ver que no había peligro, bajó las manos, todavía con el corazón palpitándole en el pecho y la cara blanca. ¿A quién se le ocurría pegar semejante grito sin avisar? «Menos mal que tengo los nervios de acero», pensó, con el pulso todavía temblándole.
El motivo de tanta emoción no era otro que el carruaje. El Uchiha discernió dos cadáveres tirados al lado, en posiciones demasiado extrañas como para que quisiese verlos mejor. Apartó la vista, mientras esperaba, inquieto, a que Akame confirmase lo peor…
… Pero no fue así. Al parecer, y gracias a los cielos, el señor Soshuro no se encontraba entre los muertos. ¿A quién hubiese quedado la isla, sin la herencia firmada? Una pregunta que el Uchiha no tenía ánimos de responder. Aunque, después de todo lo que estaban viviendo, Datsue se estaba empezando a plantear si realmente querría la isla de recibirla…
«Solo para venderla.»
De repente, un susurro, apenas audible pero que le recordaba a un cántico ritual de una película de terror, llegó hasta ellos. Sintió como se le bajaba la tensión y un sudor frío recorría su espalda. Paralizado, nada salvo sus labios se atrevieron a mover, emitiendo un bajo murmullo:
—V-voto por apagar nuestra luz a partir de ahora… y… —¿Y qué? ¿Continuar con aquella locura? Habían llegado muy lejos, pero todavía estaban a tiempo de dar media vuelta, atrincherarse en el barco hasta el amanecer y empezar a izar velas como adolescentes con las hormonas revolucionadas en un baño termal femenino. «Pero, ¿y la herencia? ¿Y la pasta?» Dejó escapar el aire de forma violenta por la nariz mientras apretaba los puños. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para, simplemente, mantenerse en el sitio y no salir corriendo, y en su lugar murmurar con voz temblorosa:—. Y no hacer nada de ruido. Adelante, muchachos. Yo os cubro las espaldas —pese a que repetía aquello como un mantra, el Uchiha estaba cada vez más convencido que saldría escopeteado a la primera de cambio.
Sin embargo, Akame tenía una solución al problema. Cual mago de feria, hizo surgir de entre el chasquido de sus dedos un diminuto sol, tan pequeño como una canica, pero que iluminaba tanto o más que un candil a rebosar de aceite. A Datsue no le alivió especialmente salir de la penumbra. Pese a que ahora veían dónde pisaban —cosa que agradecía—, se habían convertido en un blanco terriblemente fácil. Un blanco que hasta un ciego podría ver…
—¡Allí!
Datsue pegó de pronto un salto, tapándose la boca con miedo de que el corazón se le hubiese salido por ella. Al ver que no había peligro, bajó las manos, todavía con el corazón palpitándole en el pecho y la cara blanca. ¿A quién se le ocurría pegar semejante grito sin avisar? «Menos mal que tengo los nervios de acero», pensó, con el pulso todavía temblándole.
El motivo de tanta emoción no era otro que el carruaje. El Uchiha discernió dos cadáveres tirados al lado, en posiciones demasiado extrañas como para que quisiese verlos mejor. Apartó la vista, mientras esperaba, inquieto, a que Akame confirmase lo peor…
… Pero no fue así. Al parecer, y gracias a los cielos, el señor Soshuro no se encontraba entre los muertos. ¿A quién hubiese quedado la isla, sin la herencia firmada? Una pregunta que el Uchiha no tenía ánimos de responder. Aunque, después de todo lo que estaban viviendo, Datsue se estaba empezando a plantear si realmente querría la isla de recibirla…
«Solo para venderla.»
De repente, un susurro, apenas audible pero que le recordaba a un cántico ritual de una película de terror, llegó hasta ellos. Sintió como se le bajaba la tensión y un sudor frío recorría su espalda. Paralizado, nada salvo sus labios se atrevieron a mover, emitiendo un bajo murmullo:
—V-voto por apagar nuestra luz a partir de ahora… y… —¿Y qué? ¿Continuar con aquella locura? Habían llegado muy lejos, pero todavía estaban a tiempo de dar media vuelta, atrincherarse en el barco hasta el amanecer y empezar a izar velas como adolescentes con las hormonas revolucionadas en un baño termal femenino. «Pero, ¿y la herencia? ¿Y la pasta?» Dejó escapar el aire de forma violenta por la nariz mientras apretaba los puños. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para, simplemente, mantenerse en el sitio y no salir corriendo, y en su lugar murmurar con voz temblorosa:—. Y no hacer nada de ruido. Adelante, muchachos. Yo os cubro las espaldas —pese a que repetía aquello como un mantra, el Uchiha estaba cada vez más convencido que saldría escopeteado a la primera de cambio.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado