12/07/2017, 00:22
Hágase la luz, dijo Akame. Y así su dedo se encendió a placer, generando una pequeña pero concentrada flama alrededor del apéndice que lucía caliente y vívida a pesar del intenso frío que azotaba esa noche. Su luminosidad daba para unos cuantos metros a la redonda, y así se mantuvo; al menos hasta el momento en el que su creador se detuvo en seco y espetó con sorpresa el haber encontrado algo.
El escualo volteó en súbito, flanqueando algunas ramas y tratando de no pisar madera podrida. Hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para observar de primera mano el pilar destrozado de lo que una vez había sido un fino carruaje. Y no sólo eso, sino que dentro del destrozo yacían dos cadáveres torcidos inhumanamente, haciendo de aquel descubrimiento una escena mucho más difícil de presenciar. Aunque, por suerte, los rostros sin vida de aquel par de tripulantes no eran conocidos. Ni Soshuro, ni el timonel se encontraban entre las víctimas.
«No sé por qué no me sorprende» —se dijo, introspectivo.
Kaido sintió como el estómago se le revolvió cual remolino flatulento, aunque su temple le permitió controlarse y evitar así incurrir en arcadas. Y tampoco tendría tiempo para preocuparse de ello, puesto que el latente silencio que envolvía al corazón de aquel bosque se vio interrumpido por un ligero susurro, que viajó a través de la copa de los árboles, y de sus hojas. Un tenue canto, proveniente de la dirección en la que se encontraba el faro.
—V-voto por apagar nuestra luz a partir de ahora… y… —balbuceó Datsue, con el corazón galopante y manos temblorosas. Se podía ver lo difícil que resultó para él, y para todos, en realidad, mantener la compostura y no abandonar su posición—. Y no hacer nada de ruido. Adelante, muchachos. Yo os cubro las espaldas
El gyojin no pudo evitar investir su rostro con una sonrisa nerviosa «De pronto, el querer salir cagando leches de aquí ya no parece una mala idea, eh; ¿Datsue?»
—Isla Monotonía. Para monótonos el par de huevos azules que me cuelgan entre las piernas...
El escualo volteó en súbito, flanqueando algunas ramas y tratando de no pisar madera podrida. Hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para observar de primera mano el pilar destrozado de lo que una vez había sido un fino carruaje. Y no sólo eso, sino que dentro del destrozo yacían dos cadáveres torcidos inhumanamente, haciendo de aquel descubrimiento una escena mucho más difícil de presenciar. Aunque, por suerte, los rostros sin vida de aquel par de tripulantes no eran conocidos. Ni Soshuro, ni el timonel se encontraban entre las víctimas.
«No sé por qué no me sorprende» —se dijo, introspectivo.
Kaido sintió como el estómago se le revolvió cual remolino flatulento, aunque su temple le permitió controlarse y evitar así incurrir en arcadas. Y tampoco tendría tiempo para preocuparse de ello, puesto que el latente silencio que envolvía al corazón de aquel bosque se vio interrumpido por un ligero susurro, que viajó a través de la copa de los árboles, y de sus hojas. Un tenue canto, proveniente de la dirección en la que se encontraba el faro.
—V-voto por apagar nuestra luz a partir de ahora… y… —balbuceó Datsue, con el corazón galopante y manos temblorosas. Se podía ver lo difícil que resultó para él, y para todos, en realidad, mantener la compostura y no abandonar su posición—. Y no hacer nada de ruido. Adelante, muchachos. Yo os cubro las espaldas
El gyojin no pudo evitar investir su rostro con una sonrisa nerviosa «De pronto, el querer salir cagando leches de aquí ya no parece una mala idea, eh; ¿Datsue?»
—Isla Monotonía. Para monótonos el par de huevos azules que me cuelgan entre las piernas...