12/07/2017, 18:26
El Uchiha asintió, pensativo, cuando Nabi le contó que en la Lluvia muchos ninjas solían llevar máscaras de filtrado de aire. «Joder, debe ser un sitio realmente peligroso... No me extraña que todos sean tan poco "equilibrados"». Volvió a asentir cuando mencionó la curiosa personalidad de la chica llamada Ayame.
—Sí, desde luego. No encaja para nada con el resto de amenios que he conocido —ratificó Akame.
»Amedama Daruu. Tiene los ojos completamente blancos, como si estuviese ciego pero sin estarlo —respondió luego, recordando el rostro contraído de rabia de aquel muchacho—. Un tipo peculiar... Habilidoso pero totalmente ajeno al concepto de disciplina o pensamiento razonado, como tantos otros de sus compatriotas. La última vez que nos vimos le dí un consejo —agregó Akame, encogiéndose de hombros—. Si lo siguió, no estará aquí. Aunque, francamente, lo dudo.
Con tanta cháchara el cuerpo ya se le había enfriado y las articulaciones empezaban a pesarle. Se acercó a su taquilla, la abrió y cogió una toalla seca. Después de pasársela por la cabeza, la cara y el pecho, se cambió la vestimenta por ropa limpia y lo guardó todo en su mochila.
Luego se volvió hacia su compañero, con la espalda apoyada en su taquilla.
—Y dime, Nabi-san, ¿qué tal te ha ido durante estos meses? ¿Planeas presentarte al Examen de Chuunin?
—Sí, desde luego. No encaja para nada con el resto de amenios que he conocido —ratificó Akame.
»Amedama Daruu. Tiene los ojos completamente blancos, como si estuviese ciego pero sin estarlo —respondió luego, recordando el rostro contraído de rabia de aquel muchacho—. Un tipo peculiar... Habilidoso pero totalmente ajeno al concepto de disciplina o pensamiento razonado, como tantos otros de sus compatriotas. La última vez que nos vimos le dí un consejo —agregó Akame, encogiéndose de hombros—. Si lo siguió, no estará aquí. Aunque, francamente, lo dudo.
Con tanta cháchara el cuerpo ya se le había enfriado y las articulaciones empezaban a pesarle. Se acercó a su taquilla, la abrió y cogió una toalla seca. Después de pasársela por la cabeza, la cara y el pecho, se cambió la vestimenta por ropa limpia y lo guardó todo en su mochila.
Luego se volvió hacia su compañero, con la espalda apoyada en su taquilla.
—Y dime, Nabi-san, ¿qué tal te ha ido durante estos meses? ¿Planeas presentarte al Examen de Chuunin?