12/07/2017, 19:00
Cuando se empezó a escuchar la fuerte tos en Aiko, una ligera sonrisa se dibujó en el rostro de Mogura.
«¡Parece que ha funcionado...!»
Sin duda alguna eso ahorraría muchos problemas, no podía dejar que la pelirroja hiciese lo que tuviese ganas. Por más años que tuviese, el joven médico no podía permitirlo, no en aquel momento.
Sin pensarlo mucho más, Mogura se echó a la carrera rodeando la nube de humo y gas. No era la persona más rápida del mundo pero tampoco eran 100 metros planos los que tenía que sortear, sumado a eso, su oponente probablemente no estaría en plenas facultades.
«A menos de que Aiko sea una masoquista, habrá querido salir de ese lugar...»
Mientras recortaba la distancia sus manos dibujaban un único sello. Tenía que actuar mientras el gas aún hacía efecto en la centenaria joven.
Habiendo dado unas escasas zancadas rodeando la nube hasta casi pasarla, el joven médico tendría visión plena de la kunoichi. Podría verla frotándose los ojos y escucharla maldecir.
Sin demorar mucho mas, Mogura se inclinó ligeramente hacía delante y la magia tuvo lugar. La nube de gas comenzaría a escapar de sus labios a una velocidad prudente, pero sin intenciones de detenerse hasta no cubrir a la intoxicada kunoichi. Este gas no tendría ningún efecto inmediato como el anterior, aunque bastaría un solo respiro para que la muchacha comenzase a sentir unas anormales ganas de dormir.
«Este es, quizás, el método más pacifico que tengo de terminar esto...»
«¡Parece que ha funcionado...!»
Sin duda alguna eso ahorraría muchos problemas, no podía dejar que la pelirroja hiciese lo que tuviese ganas. Por más años que tuviese, el joven médico no podía permitirlo, no en aquel momento.
Sin pensarlo mucho más, Mogura se echó a la carrera rodeando la nube de humo y gas. No era la persona más rápida del mundo pero tampoco eran 100 metros planos los que tenía que sortear, sumado a eso, su oponente probablemente no estaría en plenas facultades.
«A menos de que Aiko sea una masoquista, habrá querido salir de ese lugar...»
Mientras recortaba la distancia sus manos dibujaban un único sello. Tenía que actuar mientras el gas aún hacía efecto en la centenaria joven.
Habiendo dado unas escasas zancadas rodeando la nube hasta casi pasarla, el joven médico tendría visión plena de la kunoichi. Podría verla frotándose los ojos y escucharla maldecir.
Sin demorar mucho mas, Mogura se inclinó ligeramente hacía delante y la magia tuvo lugar. La nube de gas comenzaría a escapar de sus labios a una velocidad prudente, pero sin intenciones de detenerse hasta no cubrir a la intoxicada kunoichi. Este gas no tendría ningún efecto inmediato como el anterior, aunque bastaría un solo respiro para que la muchacha comenzase a sentir unas anormales ganas de dormir.
«Este es, quizás, el método más pacifico que tengo de terminar esto...»
Hablo - Pienso