18/07/2017, 16:19
Cuando Eri se detuvo, pronto descubrió que los sellos realizados por ambos Datsues eran en realidad falsos. Ninguna técnica salió de sus labios, ningún fuego abrasador o, siquiera, una chispa. Nada.
El bushin de Eri siguió su camino sin encontrarse resistencia, mientras la kunoichi real formaba dos shurikens de hielo, que lanzó hacia el Datsue que tenía en frente, y, entonces…
¡Pluf!
Al mismo tiempo que la ilusión desaparecía en una leve cortina de humo, atravesada por los dos shurikens, Eri sintió un fuerte pinchazo en la espalda. Algo se había clavado entre sus omoplatos, algo duro y afilado como el acero de un kunai…
—¿¡Qué se siente, Eri!? —rugió un tercer Datsue, justo donde momentos antes habían estado sus sandalias tiradas en el suelo. Una todavía estaba allí, mientras que la otra… estaba calzada en el pie derecho del Uchiha—. ¡Esto es lo que sintió Akame cuando le traicionaste! —escupió—. Así que dime, ¡¿qué se siente al recibir un puñal por la espalda?!
Tácticas de desestabilización, le llamaban algunos. Ser un capullo, le llamaban otros. Fuese como fuese —probablemente ambas—, el Uchiha pensaba continuar con su pequeña estratagema para no solo romperla en cuerpo, sino también en mente.
Mientras tanto, el bushin de Eri se estrelló finalmente con el otro clon de Datsue, desapareciendo ambos en una leve humareda. Llegados a aquel punto, quizá la kunoichi todavía no se había percatado del leve —pero importante— detalle de que Datsue se encontrase medio calzado, y se preguntase cómo era posible que el verdadero Datsue le hubiese pasado totalmente desapercibido hasta aquel momento...
Mas no así el público.
Pues el público lo había visto todo. Había visto como, nada más Eri lanzar la bomba de humo, y tras Datsue retrasar levemente su posición, temeroso de alguna ofensiva precipitada, el Uchiha se había descalzado de sus getas con un simple movimiento de pies, al mismo tiempo que realizaba tres simples sellos. Descalzo, dos clones ilusorios —y no uno— surgieron, uno a su izquierda y otro a su derecha. Acto seguido, encadenó estos sellos con otros tres, a la vez que se calzaba justo a tiempo una de las getas. La geta diestra. Unos sellos que no eran otros que el del Henge, y que le transformó en una sandalia para pasar desapercibido ante los ojos de la kunoichi, que tan solo vería una pareja de sandalias tiradas en el suelo, creyendo, quizá, que había sido un ardid para camuflar el sonido de los pasos.
Cuando Eri y su clon se habían precipitado contra las ilusiones, Datsue había sentido el júbilo en sus venas. Su sharingan, pese a estar camuflado por el henge, todavía le indicaba cuál era la Eri real. Aprovechando que la kunoichi le había dado la espalda, había deshecho el henge, extraído un kunai de su nuca y, tras esperar el momento oportuno —que no había sido otro que cuando la kunoichi se había detenido—, disparar el kunai hacia su espalda. El Uchiha siempre había tenido buena puntería, y aquel era un blanco inmóvil, algo fácil para él pese a la creciente emoción que invadía su ser.
—¡Ríndete, Eri! —gritó, tras su mención a Akame. Adelantó unos pasos, quedando finalmente a ocho de ella, y, incómodo por estar medio calzado, tiró la sandalia con un movimiento de pie—. ¡Tus engaños no pueden engañar a mis ojos!
El bushin de Eri siguió su camino sin encontrarse resistencia, mientras la kunoichi real formaba dos shurikens de hielo, que lanzó hacia el Datsue que tenía en frente, y, entonces…
¡Pluf!
Al mismo tiempo que la ilusión desaparecía en una leve cortina de humo, atravesada por los dos shurikens, Eri sintió un fuerte pinchazo en la espalda. Algo se había clavado entre sus omoplatos, algo duro y afilado como el acero de un kunai…
—¿¡Qué se siente, Eri!? —rugió un tercer Datsue, justo donde momentos antes habían estado sus sandalias tiradas en el suelo. Una todavía estaba allí, mientras que la otra… estaba calzada en el pie derecho del Uchiha—. ¡Esto es lo que sintió Akame cuando le traicionaste! —escupió—. Así que dime, ¡¿qué se siente al recibir un puñal por la espalda?!
Tácticas de desestabilización, le llamaban algunos. Ser un capullo, le llamaban otros. Fuese como fuese —probablemente ambas—, el Uchiha pensaba continuar con su pequeña estratagema para no solo romperla en cuerpo, sino también en mente.
Mientras tanto, el bushin de Eri se estrelló finalmente con el otro clon de Datsue, desapareciendo ambos en una leve humareda. Llegados a aquel punto, quizá la kunoichi todavía no se había percatado del leve —pero importante— detalle de que Datsue se encontrase medio calzado, y se preguntase cómo era posible que el verdadero Datsue le hubiese pasado totalmente desapercibido hasta aquel momento...
Mas no así el público.
Pues el público lo había visto todo. Había visto como, nada más Eri lanzar la bomba de humo, y tras Datsue retrasar levemente su posición, temeroso de alguna ofensiva precipitada, el Uchiha se había descalzado de sus getas con un simple movimiento de pies, al mismo tiempo que realizaba tres simples sellos. Descalzo, dos clones ilusorios —y no uno— surgieron, uno a su izquierda y otro a su derecha. Acto seguido, encadenó estos sellos con otros tres, a la vez que se calzaba justo a tiempo una de las getas. La geta diestra. Unos sellos que no eran otros que el del Henge, y que le transformó en una sandalia para pasar desapercibido ante los ojos de la kunoichi, que tan solo vería una pareja de sandalias tiradas en el suelo, creyendo, quizá, que había sido un ardid para camuflar el sonido de los pasos.
Cuando Eri y su clon se habían precipitado contra las ilusiones, Datsue había sentido el júbilo en sus venas. Su sharingan, pese a estar camuflado por el henge, todavía le indicaba cuál era la Eri real. Aprovechando que la kunoichi le había dado la espalda, había deshecho el henge, extraído un kunai de su nuca y, tras esperar el momento oportuno —que no había sido otro que cuando la kunoichi se había detenido—, disparar el kunai hacia su espalda. El Uchiha siempre había tenido buena puntería, y aquel era un blanco inmóvil, algo fácil para él pese a la creciente emoción que invadía su ser.
—¡Ríndete, Eri! —gritó, tras su mención a Akame. Adelantó unos pasos, quedando finalmente a ocho de ella, y, incómodo por estar medio calzado, tiró la sandalia con un movimiento de pie—. ¡Tus engaños no pueden engañar a mis ojos!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado