18/07/2017, 23:28
(Última modificación: 29/07/2017, 02:54 por Amedama Daruu.)
—¡Daruu-san! ¡Buenas...noches? Supongo que me desmaye por el calor que hace en este lugar. ¡El País del Fuego es un lugar muy caluroso! ¿A quien se le ocurre organizar un torneo en un lugar como este?
Daruu se levantó, confuso. Toda la escena le resultaba algo familiar.
—¡No estamos en el País del Fuego, Mogura-san! Estamos en el Valle de los Dojos —le corrigió—. Al parecer, este sitio se auto-gobierna. Un paraíso samurai en medio de un continente ninja, ¿eh?
Se rascó el hombro derecho.
—Pero sí, hace un calor que da asco. En Yachi hace sol muchas veces, pero la temperatura es muy distinta. —comentó. Seguramente Mogura no tendría ni idea de por qué mencionaba Yachi, pero no se había fijado en eso—. Oye... ¿no oyes algo?
Había oído un ruido extraño. Quedó callado, a la espera, prestando atención.
CROAC CROAC.
—¡Anda coño si hay ranas en el estanque! —rio, feliz—. Bueno, Mogura. Estoy un poco confuso. Me he quedado dormido ahí y la verdad, sigo teniendo sueño. Igual he entrenado demasiado... Será mejor que me vaya a dormir...
Caminó hacia el edificio de habitaciones para hombres, saludando a Mogura con la mano.
—¡Hasta mañana!
Daruu se levantó, confuso. Toda la escena le resultaba algo familiar.
—¡No estamos en el País del Fuego, Mogura-san! Estamos en el Valle de los Dojos —le corrigió—. Al parecer, este sitio se auto-gobierna. Un paraíso samurai en medio de un continente ninja, ¿eh?
Se rascó el hombro derecho.
—Pero sí, hace un calor que da asco. En Yachi hace sol muchas veces, pero la temperatura es muy distinta. —comentó. Seguramente Mogura no tendría ni idea de por qué mencionaba Yachi, pero no se había fijado en eso—. Oye... ¿no oyes algo?
Había oído un ruido extraño. Quedó callado, a la espera, prestando atención.
CROAC CROAC.
—¡Anda coño si hay ranas en el estanque! —rio, feliz—. Bueno, Mogura. Estoy un poco confuso. Me he quedado dormido ahí y la verdad, sigo teniendo sueño. Igual he entrenado demasiado... Será mejor que me vaya a dormir...
Caminó hacia el edificio de habitaciones para hombres, saludando a Mogura con la mano.
—¡Hasta mañana!