19/07/2017, 11:17
—Que yo sepa su nombre siempre fue Senju Nabi —respondió Eri, claramente confundida, y Ayame ladeó ligeramente la cabeza, dubitativa.
—Eso, Senju... A mí me dijo que se llamaba Nabi Senju, al revés... —explicó. ¿La habría engañado o simplemente aquello sería el fruto de una extraña confusión? Tampoco tenía mucho caso darle demasiadas vueltas, si había tratado de engañarla sin razón aparente, desde luego había sido un engaño bastante torpe.
—¿Qué ocurrió con los cocodrilos? ¿Tu también fuiste atacada por ellos? —preguntó Eri, frunciendo levemente el ceño.
—¡Ah, eso! —exclamó Ayame con una risotada—. Nada de gran importancia, en realidad. Nos encontramos en el Puente Tenchi, y me parecía que mi hermano estaba en peligro así que nos internamos en el País de los Bosques y allí nos encontramos con dos cocodrilos enoooooooormes que parecían estar protegiendo sus huevos. ¿Te puedes creer que Sen... Nabi-san pensaba que los de Kusagakure estaban domesticando a esos reptiles para dominar el mundo o algo así? Menuda locura... —No pudo evitar soltar una carcajada al recordarlo.
Se habían ido alejando poco a poco de la granja de calabazas casi sin darse cuenta de por dónde dirigían sus pasos. Se habían internado en el centro del bosque, de aquello no quedaba ninguna duda. Pero entonces escucharon los sollozos de una niña de apenas diez años de edad, con los cabellos rubios como el sol y que vestía un adorable vestido azul; que se acercaba hacia ellas con gesto lastimero.
—Pe... Perdonad... ¿Habéis visto un conejito blanco? Lo he perdido...
—Un... ¿conejo blanco? —preguntó Ayame, agachándose para quedar a la misma altura que la pequeña.
—Sí... Lleva un reloj de bolsillo atado con una cinta en torno al cuello... ¿Lo habéis visto?
—Eso, Senju... A mí me dijo que se llamaba Nabi Senju, al revés... —explicó. ¿La habría engañado o simplemente aquello sería el fruto de una extraña confusión? Tampoco tenía mucho caso darle demasiadas vueltas, si había tratado de engañarla sin razón aparente, desde luego había sido un engaño bastante torpe.
—¿Qué ocurrió con los cocodrilos? ¿Tu también fuiste atacada por ellos? —preguntó Eri, frunciendo levemente el ceño.
—¡Ah, eso! —exclamó Ayame con una risotada—. Nada de gran importancia, en realidad. Nos encontramos en el Puente Tenchi, y me parecía que mi hermano estaba en peligro así que nos internamos en el País de los Bosques y allí nos encontramos con dos cocodrilos enoooooooormes que parecían estar protegiendo sus huevos. ¿Te puedes creer que Sen... Nabi-san pensaba que los de Kusagakure estaban domesticando a esos reptiles para dominar el mundo o algo así? Menuda locura... —No pudo evitar soltar una carcajada al recordarlo.
Se habían ido alejando poco a poco de la granja de calabazas casi sin darse cuenta de por dónde dirigían sus pasos. Se habían internado en el centro del bosque, de aquello no quedaba ninguna duda. Pero entonces escucharon los sollozos de una niña de apenas diez años de edad, con los cabellos rubios como el sol y que vestía un adorable vestido azul; que se acercaba hacia ellas con gesto lastimero.
—Pe... Perdonad... ¿Habéis visto un conejito blanco? Lo he perdido...
—Un... ¿conejo blanco? —preguntó Ayame, agachándose para quedar a la misma altura que la pequeña.
—Sí... Lleva un reloj de bolsillo atado con una cinta en torno al cuello... ¿Lo habéis visto?