22/07/2017, 15:42
Todo era un caos, una estampida de decenas de personas cuya única escapatoria era la pequeña entrada del templo, donde la gente se acumulaba y concentraba, presa del pánico, intentando hacerse un hueco donde no lo había para pasar. El Uchiha, arrastrado por tan fuerte marea, respondía a los empujones con más empujones, y a los insultos hacia su persona con insultos hacia la madre de quien se los obsequiaba.
Con más de un moratón en el cuerpo por los incontables codazos, el Uchiha escapó finalmente de aquella trampa humana. La luz del sol le recibió con alegría, tranquilizándole, diciéndole que todo estaba bien, que todo era normal…
… Pero no, nada estaba bien. Y mucho menos normal. Un muerto acababa de intentar salir de su tumba. Por supuesto que no estaba bien.
«Puto loco de los huevos… ¿Por qué no se muere de una vez y nos deja tranquilos? Dos veces lo he visto levantarse muerto, las dos mientras sonaba de fondo la música de...»
—¡DATSUEEEEEEEE!
La voz de una chica en apuros le devolvió a la realidad. Alzó la mirada al cielo y vio una columna de mariposas elevándose tras el templo. Le había parecido ver cómo la joven kunoichi salía por una puerta lateral en medio de todo el caos, acompañada por el Profesional. Pero parecía que con un profesional no le bastaba. Ella necesitaba a Datsue, el Intrépido, y aquella era su oportunidad para ser el héroe y conquistar a la princesa. Solo había un problema…
… no se le daba bien ser el héroe. No, al menos, cuando el peligro era real.
«Vamos, Datsue, vamos… Solo es… un muerto andante, ¿eh? Has visto muchas pelis de eso. Una puñalada en la cabeza y asunto resuelto. Pero que no te muerda… Joder, que no te muerda o estamos perdidos.»
Rezando a todos los Dioses que conocía, el Uchiha se adentró de nuevo en el templo, y, más asustado que un Kusareño en combate, realizó el Sunshin no jutsu para alcanzar la otra puerta. Nada quería ver, ni nada saber, del muerto en su tumba. Una vez de vuelta al exterior, casi sin aire por el súbito gasto de chakra, localizó la columna de Aiko y corrió por el callejón que le conducía hasta ella.
—¡Aiko! —exclamó, al encontrarla—. ¡No temas, Datsue el Intrépido ya está aquí! —rugió, hinchando el pecho, tras asegurarse que no había ningún peligro inminente. Luego desvió la mirada hacia Akame—. Estaba… Ejem, ayudando a esas pobres personas a salir del templo. De no haber estado ahí no me extrañaría que alguno hubiese muerto pisoteado por el resto, como casi le ocurrió al ayudante de Rokuro Hei.
»En fin —añadió, contada la milonga—, ¿cuál es la situación?
Con más de un moratón en el cuerpo por los incontables codazos, el Uchiha escapó finalmente de aquella trampa humana. La luz del sol le recibió con alegría, tranquilizándole, diciéndole que todo estaba bien, que todo era normal…
… Pero no, nada estaba bien. Y mucho menos normal. Un muerto acababa de intentar salir de su tumba. Por supuesto que no estaba bien.
«Puto loco de los huevos… ¿Por qué no se muere de una vez y nos deja tranquilos? Dos veces lo he visto levantarse muerto, las dos mientras sonaba de fondo la música de...»
—¡DATSUEEEEEEEE!
La voz de una chica en apuros le devolvió a la realidad. Alzó la mirada al cielo y vio una columna de mariposas elevándose tras el templo. Le había parecido ver cómo la joven kunoichi salía por una puerta lateral en medio de todo el caos, acompañada por el Profesional. Pero parecía que con un profesional no le bastaba. Ella necesitaba a Datsue, el Intrépido, y aquella era su oportunidad para ser el héroe y conquistar a la princesa. Solo había un problema…
… no se le daba bien ser el héroe. No, al menos, cuando el peligro era real.
«Vamos, Datsue, vamos… Solo es… un muerto andante, ¿eh? Has visto muchas pelis de eso. Una puñalada en la cabeza y asunto resuelto. Pero que no te muerda… Joder, que no te muerda o estamos perdidos.»
Rezando a todos los Dioses que conocía, el Uchiha se adentró de nuevo en el templo, y, más asustado que un Kusareño en combate, realizó el Sunshin no jutsu para alcanzar la otra puerta. Nada quería ver, ni nada saber, del muerto en su tumba. Una vez de vuelta al exterior, casi sin aire por el súbito gasto de chakra, localizó la columna de Aiko y corrió por el callejón que le conducía hasta ella.
—¡Aiko! —exclamó, al encontrarla—. ¡No temas, Datsue el Intrépido ya está aquí! —rugió, hinchando el pecho, tras asegurarse que no había ningún peligro inminente. Luego desvió la mirada hacia Akame—. Estaba… Ejem, ayudando a esas pobres personas a salir del templo. De no haber estado ahí no me extrañaría que alguno hubiese muerto pisoteado por el resto, como casi le ocurrió al ayudante de Rokuro Hei.
»En fin —añadió, contada la milonga—, ¿cuál es la situación?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado