22/07/2017, 21:36
(Última modificación: 22/07/2017, 21:37 por Aotsuki Ayame.)
A Ayame le pareció oír un sutil bisbiseo entre Datsue y Noemi, algo sobre que él no estaba pasando por un buen momento o que no conseguía la suficiente comida. Pero no consiguió escuchar los detalles, y aunque la curiosidad le estaba royendo las entrañas, no quiso entrometerse en asuntos que no la concernían.
O al menos, eso es lo que pensaba su lado racional. Porque cuando sus impulsos la vencieron y estuvo a punto de abrir la boca, fue Koko la que la cortó al responder a su pregunta.
—Eh… Sí, aunque nunca pelee contra nadie —confesó ella—. Al menos frente a tantas personas.
Ayame no había podido evitar abrir los ojos de par en par, estupefacta. Al ver a Koko, tan musculada y tan fuerte, la tenía como alguien experta en el combate. Alguien que hubiese vencido con sus propias manos a incontables oponentes. Pero parecía que se había equivocado con su primera impresión.
—La verdad es que no sé cómo voy a llevar eso de combatir delante de tanta gente... —confesó, rascándose la nuca con cierto apuro—. No estoy acostumbrada a tener público... y el solo pensar que voy a tener miles de ojos puestos en mí, pendientes de cada uno de mis movimientos, me pone los pelos de punta.
—Sí, yo también participaré —respondió también Datsue—. Y hablando de eso… Estoy haciendo una porra para el torneo. Algo totalmente amistoso e inocente, por supuesto. Para fomentar las relaciones entre las Villas y la confraternización. Creo que es una buena idea para ir conociéndonos todos un poco mejor, y me gustaría que todos participasen, aunque solo fuese con una cantidad simbólica… ¿Qué me decís?
Ayame levantó una ceja, escéptica.
—Oh, pero antes os informo de a cómo están las apuestas —siguió hablando el chico—. Atentas porque esto es una oferta inmejorable. Por cada ryō apostado a que cualquier Kusareño se alce con la victoria final… —Datsue se inclinó hacia Ayame, como si estuviese a punto de revelarle un secreto ancestral, y ella le miró con cierta curiosidad—, ¡Os llevaréis diez! Nunca habíais visto semejante ganga, ¿verdad? Por un Uzureño, en cambio, os llevaríais tres ryōs por ryō apostado. Excepto si ese Uzureño es Akame el Profesional. Si apostáis por él solo os llevaríais dos. Al igual que si apostáis por un Ameriense, excepto por una chica llamada Aiko. Por ella se paga un ryō por cada diez apostados.
A Ayame se le iluminó la bombilla en el cerebro.
—¡Aiko! ¡A ella la conozco! ¡Me ayudó a aprobar mi ex...! Quiero decir... —se excusó rápidamente, antes de revelar su vergüenza como repetidora en la academia ninja—. ¿Por qué sólo un ryō por ella?
O al menos, eso es lo que pensaba su lado racional. Porque cuando sus impulsos la vencieron y estuvo a punto de abrir la boca, fue Koko la que la cortó al responder a su pregunta.
—Eh… Sí, aunque nunca pelee contra nadie —confesó ella—. Al menos frente a tantas personas.
Ayame no había podido evitar abrir los ojos de par en par, estupefacta. Al ver a Koko, tan musculada y tan fuerte, la tenía como alguien experta en el combate. Alguien que hubiese vencido con sus propias manos a incontables oponentes. Pero parecía que se había equivocado con su primera impresión.
—La verdad es que no sé cómo voy a llevar eso de combatir delante de tanta gente... —confesó, rascándose la nuca con cierto apuro—. No estoy acostumbrada a tener público... y el solo pensar que voy a tener miles de ojos puestos en mí, pendientes de cada uno de mis movimientos, me pone los pelos de punta.
—Sí, yo también participaré —respondió también Datsue—. Y hablando de eso… Estoy haciendo una porra para el torneo. Algo totalmente amistoso e inocente, por supuesto. Para fomentar las relaciones entre las Villas y la confraternización. Creo que es una buena idea para ir conociéndonos todos un poco mejor, y me gustaría que todos participasen, aunque solo fuese con una cantidad simbólica… ¿Qué me decís?
Ayame levantó una ceja, escéptica.
—Oh, pero antes os informo de a cómo están las apuestas —siguió hablando el chico—. Atentas porque esto es una oferta inmejorable. Por cada ryō apostado a que cualquier Kusareño se alce con la victoria final… —Datsue se inclinó hacia Ayame, como si estuviese a punto de revelarle un secreto ancestral, y ella le miró con cierta curiosidad—, ¡Os llevaréis diez! Nunca habíais visto semejante ganga, ¿verdad? Por un Uzureño, en cambio, os llevaríais tres ryōs por ryō apostado. Excepto si ese Uzureño es Akame el Profesional. Si apostáis por él solo os llevaríais dos. Al igual que si apostáis por un Ameriense, excepto por una chica llamada Aiko. Por ella se paga un ryō por cada diez apostados.
A Ayame se le iluminó la bombilla en el cerebro.
—¡Aiko! ¡A ella la conozco! ¡Me ayudó a aprobar mi ex...! Quiero decir... —se excusó rápidamente, antes de revelar su vergüenza como repetidora en la academia ninja—. ¿Por qué sólo un ryō por ella?