26/07/2017, 21:48
—No se aleja mucho de lo que hay en Uzushiogakure, así que espero que sea igual de fácil —Coincidió la de Uzushiogakure, mientras seguía corriendo junto a ella—. ¿Alguna vez has tratado con algún conejo? Para tener una idea de su comportamiento...
—Pues... lo que se dice en persona no —confesó Ayame, con una sonrisa nerviosa—. Pero he leído acerca de ellos, me gustan los animales. En teoría, un conejo es una presa de muchos depredadores, así que lo más probable es que actúe de manera tímida y recelosa. Seguramente si nos ve acercarnos o nos huele, y nos detecta como posibles amenazas, saldrá corriendo. Y eso lo hará más difícil...
Un arbusto se interpuso en su camino, pero lo saltó con facilidad y siguió corriendo. Fue ese instante cuando se le ocurrió algo, y le hizo una seña a Eri para que la siguiera. Acumuló el chakra en la planta de los pies y comenzó a escalar el tronco del pino más cercano. Con la madera crujiendo bajo las suelas de sus botas, alcanzaron una buena altura hasta que encontraron una rama lo suficientemente gruesa para sostener el peso de ambas. Allí, se detuvo momentáneamente, acuclillada.
—Desde el aire será más difícil que nos detecte antes de tiempo —le dijo, señalando la rama sobre la que estaban apoyadas—. Pero, si como ha dicho la niña, debemos adentrarnos en un claro con muchas flores, también es muy posible que no haya más árboles desde los que podamos escondernos. ¿Se te ocurre algo para que no escape y podamos atraparlo? Ante todo no quiero herirlo... —añadió, horrorizada ante la sola idea.
—Pues... lo que se dice en persona no —confesó Ayame, con una sonrisa nerviosa—. Pero he leído acerca de ellos, me gustan los animales. En teoría, un conejo es una presa de muchos depredadores, así que lo más probable es que actúe de manera tímida y recelosa. Seguramente si nos ve acercarnos o nos huele, y nos detecta como posibles amenazas, saldrá corriendo. Y eso lo hará más difícil...
Un arbusto se interpuso en su camino, pero lo saltó con facilidad y siguió corriendo. Fue ese instante cuando se le ocurrió algo, y le hizo una seña a Eri para que la siguiera. Acumuló el chakra en la planta de los pies y comenzó a escalar el tronco del pino más cercano. Con la madera crujiendo bajo las suelas de sus botas, alcanzaron una buena altura hasta que encontraron una rama lo suficientemente gruesa para sostener el peso de ambas. Allí, se detuvo momentáneamente, acuclillada.
—Desde el aire será más difícil que nos detecte antes de tiempo —le dijo, señalando la rama sobre la que estaban apoyadas—. Pero, si como ha dicho la niña, debemos adentrarnos en un claro con muchas flores, también es muy posible que no haya más árboles desde los que podamos escondernos. ¿Se te ocurre algo para que no escape y podamos atraparlo? Ante todo no quiero herirlo... —añadió, horrorizada ante la sola idea.