27/07/2017, 19:35
«¿¡Qué cojones!?» Un dolor lacerante invadió de pronto su pierna, justo donde estaba mordiendo a Akame. Datsue le soltó de golpe, confuso y avergonzado por su estupidez a partes iguales, mientras las quejas de su compañero le taladraban el oído.
El anciano, por su parte, nada parecía haber notado, y ahora que se fijaba en sus piernas… «Soy imbécil. Joder, ¡soy rematadamente imbécil!»
Normalmente se hubiese inventado alguna excusa por su repentino —y estúpido— comportamiento para salir del paso. No fue aquél el caso. Estaba demasiado preocupado por su supervivencia como para preocuparse también por su reputación.
Kaido —que hacía tiempo era el que verdaderamente llevaba la manija de la situación— se encargó de detener al anciano en el último momento. El viejo pataleó y se revolvió como un niño pequeño, pero las fauces del Tiburón se habían cerrado sobre él, y no estaban dispuestas a abrirse. De pronto, sin embargo, cejó completamente en su empeño, y su cuerpo quedó inerte, como sin vida…
… a la vez que los ojos de marfil caían al suelo, produciendo un sonido metálico al chocar contra la barandilla.
—Está… ¿muerto? —preguntó Datsue, sin atreverse a ser él quien le comprobase el pulso.
Se acercó con cuidado hacia los orbes falsos y los miró con detenimiento: el antiguo chakra había desaparecido por completo, y ahora parecían totalmente inertes y sin vida. Tragando saliva, los cogió, asintiendo a la sugerencia de Akame de irse de allí. Aquella vez no iba a poner objeción alguna al respecto. Que le diesen a aquella isla y su herencia.
—Esto que acaba de pasar ha sido de lo más… surrealista. Esta extraña conexión, como si nos hubiesen hecho vudú… Dos ojos, dos conectados. ¿Será por eso que Kaido era inmune? —¿O los ojos no tenían nada que ver? Miró a Akame, en tensión—. Esto me recuerda de cojones a lo del muerto vivo —dijo, haciendo referencia a una loca aventura que habían tenido ellos dos junto con una kunoichi de Amegakure—. ¿Estaría este anciano siendo controlado también estando ya muerto? —«¿Lo estarían controlando a través de los ojos?» Un cosquilleo recorrió la palma de su mano, allí donde sujetaba los orbes de marfil—. Kaido, ¿los guardas tú por mí? —preguntó, extendiendo la mano para ofrecérselos—. No me quedan bolsillos libres… y quizá nos resulte de utilidad.
El anciano, por su parte, nada parecía haber notado, y ahora que se fijaba en sus piernas… «Soy imbécil. Joder, ¡soy rematadamente imbécil!»
Normalmente se hubiese inventado alguna excusa por su repentino —y estúpido— comportamiento para salir del paso. No fue aquél el caso. Estaba demasiado preocupado por su supervivencia como para preocuparse también por su reputación.
Kaido —que hacía tiempo era el que verdaderamente llevaba la manija de la situación— se encargó de detener al anciano en el último momento. El viejo pataleó y se revolvió como un niño pequeño, pero las fauces del Tiburón se habían cerrado sobre él, y no estaban dispuestas a abrirse. De pronto, sin embargo, cejó completamente en su empeño, y su cuerpo quedó inerte, como sin vida…
… a la vez que los ojos de marfil caían al suelo, produciendo un sonido metálico al chocar contra la barandilla.
—Está… ¿muerto? —preguntó Datsue, sin atreverse a ser él quien le comprobase el pulso.
Se acercó con cuidado hacia los orbes falsos y los miró con detenimiento: el antiguo chakra había desaparecido por completo, y ahora parecían totalmente inertes y sin vida. Tragando saliva, los cogió, asintiendo a la sugerencia de Akame de irse de allí. Aquella vez no iba a poner objeción alguna al respecto. Que le diesen a aquella isla y su herencia.
—Esto que acaba de pasar ha sido de lo más… surrealista. Esta extraña conexión, como si nos hubiesen hecho vudú… Dos ojos, dos conectados. ¿Será por eso que Kaido era inmune? —¿O los ojos no tenían nada que ver? Miró a Akame, en tensión—. Esto me recuerda de cojones a lo del muerto vivo —dijo, haciendo referencia a una loca aventura que habían tenido ellos dos junto con una kunoichi de Amegakure—. ¿Estaría este anciano siendo controlado también estando ya muerto? —«¿Lo estarían controlando a través de los ojos?» Un cosquilleo recorrió la palma de su mano, allí donde sujetaba los orbes de marfil—. Kaido, ¿los guardas tú por mí? —preguntó, extendiendo la mano para ofrecérselos—. No me quedan bolsillos libres… y quizá nos resulte de utilidad.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado