27/07/2017, 19:53
Después, vino una repentina convulsión. La pierna de Kaido tembló al unísono de los espasmos del anciano, quien se revoloteaba en el suelo como serpiente sin cabeza. Aún cuando allí no quedaba vida, él luchó hasta el último momento por zafarse de las fauces del tiburón.
Y sin embargo...
—Mierda, ¿ya palmó? —indagó, confuso, mientras seguía con la mirada el trayecto que las misteriosas piedrecillas tomaban camino al balcón. Éstas se apagaron, al unísono de último aliento del anciano, quien ahora yacía inerte bajo el peso del escualo, frío y con la espuma aún cubriéndole la boca—. muerto es poco, diría yo.
Kaido hizo el esfuerzo de levantarse, y por primera vez en toda la noche, pudo tomar su bocanada de aliento con alivio. De pronto, la certeza de que el misterioso y tétrico hombre había perdido la vida le hizo sentir tranquilo, aunque aún no del todo, pues aún se encontraban dentro de aquella isla maldita. Akame clamó que era hora de salir de ahí. Kaido asintió. Datsue debatiría sobre el por qué al gyojin no le afectó aquel vínculo misterioso, y poco pudo decir él sobre el por qué de aquello. Quizás ellos tenían algo que Kaido no, y que al viejo no le hacía falta.
Luego, el Uchiha se acercó a él, con los orbes de marfil en sus manos, ofreciéndoselo. Kaido le miró incrédulo.
—Ya lo has dicho. Dos ojos, dos conectados. Si de verdad quieres sacar esa mierda de aquí, llévalo tú —le volteó la mirada, y trató de que Akame le viera—. ¿y cómo coño vamos a salir de aquí, si aún después de tanta mierda, no tenemos ni puta idea de donde está Soshuro, o el Timonel. ¿Que toca ir al pueblo? ¡Já, tu putísima parienta es la que va a entrar en ese jodido pueblo fantasma!
Y sin embargo...
—Mierda, ¿ya palmó? —indagó, confuso, mientras seguía con la mirada el trayecto que las misteriosas piedrecillas tomaban camino al balcón. Éstas se apagaron, al unísono de último aliento del anciano, quien ahora yacía inerte bajo el peso del escualo, frío y con la espuma aún cubriéndole la boca—. muerto es poco, diría yo.
Kaido hizo el esfuerzo de levantarse, y por primera vez en toda la noche, pudo tomar su bocanada de aliento con alivio. De pronto, la certeza de que el misterioso y tétrico hombre había perdido la vida le hizo sentir tranquilo, aunque aún no del todo, pues aún se encontraban dentro de aquella isla maldita. Akame clamó que era hora de salir de ahí. Kaido asintió. Datsue debatiría sobre el por qué al gyojin no le afectó aquel vínculo misterioso, y poco pudo decir él sobre el por qué de aquello. Quizás ellos tenían algo que Kaido no, y que al viejo no le hacía falta.
Luego, el Uchiha se acercó a él, con los orbes de marfil en sus manos, ofreciéndoselo. Kaido le miró incrédulo.
—Ya lo has dicho. Dos ojos, dos conectados. Si de verdad quieres sacar esa mierda de aquí, llévalo tú —le volteó la mirada, y trató de que Akame le viera—. ¿y cómo coño vamos a salir de aquí, si aún después de tanta mierda, no tenemos ni puta idea de donde está Soshuro, o el Timonel. ¿Que toca ir al pueblo? ¡Já, tu putísima parienta es la que va a entrar en ese jodido pueblo fantasma!