27/07/2017, 20:12
«Tranquilo... Tranquilo... Tranquilo...»
Akame respiraba hondo, con inspiraciones y expiraciones lentas, intentando relajarse. Su cuerpo dolorido se aflojó gracias a aquel simple ejercicio respiratorio, pero su mente estaba trabajando a toda velocidad. Cuando se agachó junto al cuerpo del anciano y le tomó el pulso, pudo corroborar las palabras de Kaido.
—Tiene menos pulso que una piedra.
Pero, ¿significaba aquello que ya estaban fuera de peligro? Tal y como Datsue se apresuró a recordar, al Uchiha la escena que acababan de vivir le recordaba inevitablemente al Shamisen de Rokuro Hei, a Yamiria y a lo que allí les había sucedido unas semanas antes. Sin querer quitarle el ojo de encima al cadáver —por si le daba por levantarse—, Akame trató de exponer la teoría que había elaborado a partir de lo que les había ocurrido a él y a su compañero de Aldea.
—Creo que tiene algo que ver con nosotros. Con nuestra sangre, me refiero —señaló a Kaido—. Tú no viste la Luna volverse roja como la sangre, ¿verdad? Yo sí. Y estoy seguro de que tú también, Datsue-kun —aseveró, y por un momento su rostro se ensombreció al recordar lo que había experimentado en aquel... ¿Sueño? ¿En aquella ilusión? ¿Lo había vivido realmente? Todo parecía tan... Real. El campo de batalla, el calor del fuego, el humo atorándole la garganta, los alaridos de los heridos... Sacudió la cabeza—. Todo gira en torno a lo mismo. Creo que, cualquiera que fuese la técnica que usó este viejo cabrón, nos afectó a nosotros por tener sangre Uchiha.
Cuando Kaido se opuso a volver al pueblo, Akame no pudo evitar soltar un bufido de contradicción.
—¿Y qué propones entonces? Quizás tú puedas llegar nadando a Amegakure, pero aquí Datsue el Intrépido y yo necesitamos un medio más convencional. Hay que encontrar al timonel como sea, y en el camino había huellas que se dirigían al pueblo.
Ya recompuesto, el Uchiha se irguió por completo e hizo de tripas corazón para encarar a sus dos compañeros.
—Para mí, la cosa está clara.
Akame respiraba hondo, con inspiraciones y expiraciones lentas, intentando relajarse. Su cuerpo dolorido se aflojó gracias a aquel simple ejercicio respiratorio, pero su mente estaba trabajando a toda velocidad. Cuando se agachó junto al cuerpo del anciano y le tomó el pulso, pudo corroborar las palabras de Kaido.
—Tiene menos pulso que una piedra.
Pero, ¿significaba aquello que ya estaban fuera de peligro? Tal y como Datsue se apresuró a recordar, al Uchiha la escena que acababan de vivir le recordaba inevitablemente al Shamisen de Rokuro Hei, a Yamiria y a lo que allí les había sucedido unas semanas antes. Sin querer quitarle el ojo de encima al cadáver —por si le daba por levantarse—, Akame trató de exponer la teoría que había elaborado a partir de lo que les había ocurrido a él y a su compañero de Aldea.
—Creo que tiene algo que ver con nosotros. Con nuestra sangre, me refiero —señaló a Kaido—. Tú no viste la Luna volverse roja como la sangre, ¿verdad? Yo sí. Y estoy seguro de que tú también, Datsue-kun —aseveró, y por un momento su rostro se ensombreció al recordar lo que había experimentado en aquel... ¿Sueño? ¿En aquella ilusión? ¿Lo había vivido realmente? Todo parecía tan... Real. El campo de batalla, el calor del fuego, el humo atorándole la garganta, los alaridos de los heridos... Sacudió la cabeza—. Todo gira en torno a lo mismo. Creo que, cualquiera que fuese la técnica que usó este viejo cabrón, nos afectó a nosotros por tener sangre Uchiha.
Cuando Kaido se opuso a volver al pueblo, Akame no pudo evitar soltar un bufido de contradicción.
—¿Y qué propones entonces? Quizás tú puedas llegar nadando a Amegakure, pero aquí Datsue el Intrépido y yo necesitamos un medio más convencional. Hay que encontrar al timonel como sea, y en el camino había huellas que se dirigían al pueblo.
Ya recompuesto, el Uchiha se irguió por completo e hizo de tripas corazón para encarar a sus dos compañeros.
—Para mí, la cosa está clara.