28/07/2017, 09:47
Ante su pregunta, Datsue frunció ligeramente el ceño.
—Oh, pues… Bueno, seguramente ya lo sepas, siendo su compañera de Aldea y eso, pero… Fuentes totalmente fiables me informaron que la joven kunoichi no es tan joven como aparenta —explicó, con sus ojos clavados en ella—. Vamos, que la chica debe tener sangre Uzumaki corriendo por sus venas, porque me aseguran que hace tiempo pasó el siglo de vida… Alguien con tanta experiencia debe ser una diosa en el combate. Además —añadió, y por un momento parecía que saboreaba lentamente las palabras que acompañaban al suspense del momento—, es inmortal.
Con los ojos abiertos de par en par por la estupefacción, Ayame abrió y cerró la boca varias veces como un pez fuera del agua. Sin embargo, enseguida recordó algo que había sucedido varios meses atrás y estalló en carcajadas.
—¡Oh, no me digas que a ti también te la coló! —exclamó, risueña, mientras se limpiaba una lagrimilla con el dorso de uno de sus dedos—. A mí me dijo lo mismo el día que la conocí. Que si tenía ciento veinte años, que si no podía morir ni envejecer, que estaba a medias entre los vampiros y los seres humanos normales... Yo también estuve a punto de creérmelo, la verdad. Menos mal que en el último momento me dijo que era una broma...
Si no se lo hubiese dicho, a aquellas alturas seguiría temiendo que cualquier noche apareciera en el marco de su ventana para chuparle la sangre.
—Oh, pues… Bueno, seguramente ya lo sepas, siendo su compañera de Aldea y eso, pero… Fuentes totalmente fiables me informaron que la joven kunoichi no es tan joven como aparenta —explicó, con sus ojos clavados en ella—. Vamos, que la chica debe tener sangre Uzumaki corriendo por sus venas, porque me aseguran que hace tiempo pasó el siglo de vida… Alguien con tanta experiencia debe ser una diosa en el combate. Además —añadió, y por un momento parecía que saboreaba lentamente las palabras que acompañaban al suspense del momento—, es inmortal.
Con los ojos abiertos de par en par por la estupefacción, Ayame abrió y cerró la boca varias veces como un pez fuera del agua. Sin embargo, enseguida recordó algo que había sucedido varios meses atrás y estalló en carcajadas.
—¡Oh, no me digas que a ti también te la coló! —exclamó, risueña, mientras se limpiaba una lagrimilla con el dorso de uno de sus dedos—. A mí me dijo lo mismo el día que la conocí. Que si tenía ciento veinte años, que si no podía morir ni envejecer, que estaba a medias entre los vampiros y los seres humanos normales... Yo también estuve a punto de creérmelo, la verdad. Menos mal que en el último momento me dijo que era una broma...
Si no se lo hubiese dicho, a aquellas alturas seguiría temiendo que cualquier noche apareciera en el marco de su ventana para chuparle la sangre.