30/07/2017, 14:20
(Última modificación: 30/07/2017, 14:21 por Uchiha Akame.)
El Uchiha se volteó rápidamente hacia la ventana, alertado por el grito de Datsue. Al ver a su compañero, Akame se lanzó sobre él, tapándole la boca con una mano mientras levantaba el dedo índice de la otra, indicándole que se callase. Luego giró la cabeza y clavó la mirada en el hueco de las escaleras. «Joder, será un milagro si nadie ha escuchado a Datsue-kun...» Tras una espera prudencial, nadie subió a investigar, por lo que el Uchiha dedujo que no se habían dado cuenta de su presencia.
Ante la pregunta de Kaido, Akame reflexionó unos instantes y luego habló. Su voz era apenas un susurro, pero había firmeza en sus palabras. En aquel momento el Uchiha se sentía en su elemento; la lucha. No tenía espacio para pensar en sucesos paranormales ni extraños rituales. Había que actuar, y actuar como le habían enseñado durante tantos años. Como un ninja.
—Sí —la réplica fue directa—. Si tienen a Togashi Yuuki es posible que también hayan capturado a los demás. Y eso incluye a nuestro único medio para salir de aquí. Además, alguien subirá a buscar a esta señora en cuanto se den cuenta de que no vuelve —añadió, señalando al cadáver que reposaba apoyado en el marco de la ventana.
—Ya no tenemos otra opción. Hay que entrar con todo.
Miró tanto al amenio como a su compañero de Uzu. Parecían aterrorizados. Él también estaba cagado de cojones, claro, pero su instinto de supervivencia y su condicionamiento en Tengu empujaban más fuerte. Cuando el terreno de batalla se reducía a enemigos a batir, todo era mucho más simple. Akame asintió, como buscando infundirles ese pensamiento a sus dos compañeros shinobi.
Se aproximó con sumo cuidado y paso sigiloso hasta el hueco de las escaleras, cruzando el pasillo, y se asomó con cautela. Fueron vistazos rápidos, controlados, pero le permitieron hacerse una idea del entorno. Luego retrocedió un poco, siempre con la espalda apoyada en la pared, e indicó a sus compañeros que se acercasen con un gesto rápido.
—Es un sótano pequeño, no tendrá más de siete u ocho metros cuadrados de espacio. He podido ver a seis personas con túnicas y una parafernalia muy rara por el suelo. Símbolos y cosas así... —tragó saliva y un sudor frío le corrió por la frente—. Tienen a la guardaespaldas y al timonel atados en el suelo, junto a las escaleras. Y a la noble... —se detuvo otra vez y volvió a tragar—. Tumbada sobre una mesa en el centro de la sala. Parece que todos están vivos, de momento. No creo que podamos sacarlos a todos. Especialmente si alguno de esos lunáticos es capaz de controlarnos a Datsue-kun o a mí.
»Nuestra prioridad debe ser el marinero. ¿Alguna sugerencia?
Ante la pregunta de Kaido, Akame reflexionó unos instantes y luego habló. Su voz era apenas un susurro, pero había firmeza en sus palabras. En aquel momento el Uchiha se sentía en su elemento; la lucha. No tenía espacio para pensar en sucesos paranormales ni extraños rituales. Había que actuar, y actuar como le habían enseñado durante tantos años. Como un ninja.
—Sí —la réplica fue directa—. Si tienen a Togashi Yuuki es posible que también hayan capturado a los demás. Y eso incluye a nuestro único medio para salir de aquí. Además, alguien subirá a buscar a esta señora en cuanto se den cuenta de que no vuelve —añadió, señalando al cadáver que reposaba apoyado en el marco de la ventana.
—Ya no tenemos otra opción. Hay que entrar con todo.
Miró tanto al amenio como a su compañero de Uzu. Parecían aterrorizados. Él también estaba cagado de cojones, claro, pero su instinto de supervivencia y su condicionamiento en Tengu empujaban más fuerte. Cuando el terreno de batalla se reducía a enemigos a batir, todo era mucho más simple. Akame asintió, como buscando infundirles ese pensamiento a sus dos compañeros shinobi.
Se aproximó con sumo cuidado y paso sigiloso hasta el hueco de las escaleras, cruzando el pasillo, y se asomó con cautela. Fueron vistazos rápidos, controlados, pero le permitieron hacerse una idea del entorno. Luego retrocedió un poco, siempre con la espalda apoyada en la pared, e indicó a sus compañeros que se acercasen con un gesto rápido.
—Es un sótano pequeño, no tendrá más de siete u ocho metros cuadrados de espacio. He podido ver a seis personas con túnicas y una parafernalia muy rara por el suelo. Símbolos y cosas así... —tragó saliva y un sudor frío le corrió por la frente—. Tienen a la guardaespaldas y al timonel atados en el suelo, junto a las escaleras. Y a la noble... —se detuvo otra vez y volvió a tragar—. Tumbada sobre una mesa en el centro de la sala. Parece que todos están vivos, de momento. No creo que podamos sacarlos a todos. Especialmente si alguno de esos lunáticos es capaz de controlarnos a Datsue-kun o a mí.
»Nuestra prioridad debe ser el marinero. ¿Alguna sugerencia?