30/07/2017, 18:18
—Ya no tenemos otra opción. Hay que entrar con todo —Con todo. No había de otra.
Kaido asintió, ligeramente convencido, y trató de acumular tranquilidad y poder de decisión, que se le contagió del breve discurso de su compañero. Le iba a costar admitirlo una vez salieran de esa isla, pero hasta ese momento Akame había demostrado tener más temple que Datsue, o él mismo. Así pues, más envalentonado que cualquiera, el Uchiha tomó rumbo hacia los linderos de la escalera e hizo uso de sus buenas habilidades de infiltración para echar un ojo ahí abajo sin que se percataran de su intrusión. Y observó, al menos lo suficiente como para volver hasta sus compañeros sin las manos vacías.
Entonces reveló lo que había visto, y a quienes. Séis personas con un juego de túnicas idéntico al que vestía la difunta anciana de la ventana y tres víctimas a punto de ser masacradas entre símbolos y escrituras ininteligibles. Mizuki, su guardiana, y el tan buscado timonel. Por ahora, ni rastro de Soshuro.
Akame pidió entonces alguna sugerencia, tratando de dejar en claro, además, que la situación ameritaba tomar una difícil decisión respecto a su siguiente movimiento. Porque las probabilidades bajaban caída libre mientras tuvieran la intención de salir de aquel sótano con la mayor cantidad de rescates. La prioridad, según Akame, era el timonel. Y Datsue no pudo estar más de acuerdo.
—Sí —dijo Datsue, rápidamente—. Primero de todo, si queréis que haga esto con vosotros, el timonel no es nuestra prioridad… Es nuestro único y jodido objetivo —remarcó, en susurros—. Nada de heroísmos ni tonterías, o estamos muertos —dudaba que ninguno de los dos fuese a tener de pronto un ataque de estupidez, pero quería asegurarse—. Y, segundo… Sí, tengo una idea.
Datsue el intrépido tenía una idea. Y es que cuando el gyojin lo vio volver a la ventana, pensó, por un instante, que saldría de allí sin mediar palabra alguna, alejándose del peligro. No obstante, se dedicó a observar el cadáver de la anciana lo suficientemente a fondo como para que su siguiente movimiento resultara ser todo un éxito. Una secuencia de sellos, un ligero ¡pluf! y Datsue no era más Datsue el intrépido, sino Datsue la vieja satánica.
Entonces, habló. Proyectando una voz que él, al menos, no había oído nunca.
—Escuchadme —dijo, con severidad y decisión. Un Datsue muy distinto a aquel que yacía sollozo en posición fetal, pidiendo volver a casa—. Os haréis los inconscientes y os llevaré arrastro hasta abajo. Fingiremos que os he atrapado y os tiraré junto al timonel… No sé cómo reaccionarán, pero esperaréis hasta el momento adecuado para liberarle y salir por patas. Seguramente no tengáis ni que esperar, porque en cuanto tenga que abrir la boca me delataré por la voz. Intentaré compraros el mayor tiempo posible, no obstante, pero no confiéis en que sea mucho.
»Si tenéis alguna idea mejor… Es el momento de decirla.
—Nada que agregar. Entrar, coger al maldito timonel y pirar de aquí en un plis plas.
Kaido asintió, ligeramente convencido, y trató de acumular tranquilidad y poder de decisión, que se le contagió del breve discurso de su compañero. Le iba a costar admitirlo una vez salieran de esa isla, pero hasta ese momento Akame había demostrado tener más temple que Datsue, o él mismo. Así pues, más envalentonado que cualquiera, el Uchiha tomó rumbo hacia los linderos de la escalera e hizo uso de sus buenas habilidades de infiltración para echar un ojo ahí abajo sin que se percataran de su intrusión. Y observó, al menos lo suficiente como para volver hasta sus compañeros sin las manos vacías.
Entonces reveló lo que había visto, y a quienes. Séis personas con un juego de túnicas idéntico al que vestía la difunta anciana de la ventana y tres víctimas a punto de ser masacradas entre símbolos y escrituras ininteligibles. Mizuki, su guardiana, y el tan buscado timonel. Por ahora, ni rastro de Soshuro.
Akame pidió entonces alguna sugerencia, tratando de dejar en claro, además, que la situación ameritaba tomar una difícil decisión respecto a su siguiente movimiento. Porque las probabilidades bajaban caída libre mientras tuvieran la intención de salir de aquel sótano con la mayor cantidad de rescates. La prioridad, según Akame, era el timonel. Y Datsue no pudo estar más de acuerdo.
—Sí —dijo Datsue, rápidamente—. Primero de todo, si queréis que haga esto con vosotros, el timonel no es nuestra prioridad… Es nuestro único y jodido objetivo —remarcó, en susurros—. Nada de heroísmos ni tonterías, o estamos muertos —dudaba que ninguno de los dos fuese a tener de pronto un ataque de estupidez, pero quería asegurarse—. Y, segundo… Sí, tengo una idea.
Datsue el intrépido tenía una idea. Y es que cuando el gyojin lo vio volver a la ventana, pensó, por un instante, que saldría de allí sin mediar palabra alguna, alejándose del peligro. No obstante, se dedicó a observar el cadáver de la anciana lo suficientemente a fondo como para que su siguiente movimiento resultara ser todo un éxito. Una secuencia de sellos, un ligero ¡pluf! y Datsue no era más Datsue el intrépido, sino Datsue la vieja satánica.
Entonces, habló. Proyectando una voz que él, al menos, no había oído nunca.
—Escuchadme —dijo, con severidad y decisión. Un Datsue muy distinto a aquel que yacía sollozo en posición fetal, pidiendo volver a casa—. Os haréis los inconscientes y os llevaré arrastro hasta abajo. Fingiremos que os he atrapado y os tiraré junto al timonel… No sé cómo reaccionarán, pero esperaréis hasta el momento adecuado para liberarle y salir por patas. Seguramente no tengáis ni que esperar, porque en cuanto tenga que abrir la boca me delataré por la voz. Intentaré compraros el mayor tiempo posible, no obstante, pero no confiéis en que sea mucho.
»Si tenéis alguna idea mejor… Es el momento de decirla.
—Nada que agregar. Entrar, coger al maldito timonel y pirar de aquí en un plis plas.