30/07/2017, 20:56
(Última modificación: 30/07/2017, 20:59 por Uchiha Datsue.)
Todo se estaba viniendo abajo. El plan; sus posibilidades de sobrevivir; y, en mayor medida, sus recién adquiridas agallas, que se derretían como un cubito de hielo en un incendio. El olor a incienso y a muerte se le colaba por la nariz y le provocaban náuseas. La visión de la noble, desnuda y en trance, no ayudaba. Tampoco que hubiese dos hombres de más con los que no contasen favorecía a sus nervios. Cuando éstos se acercaron a Datsue, el Uchiha ya estaba al borde de un ataque de histeria. No había tiempo para un cambio de estrategia, ni él tenía el temple suficiente como para tratar de engañarles. El Uchiha hizo lo único que sus nervios le permitían hacer en aquel instante: lanzar las bombas de luz y chillar.
—¡Hijos de puta, soy Datsue el Intrépido! ¡CONMIGO NO SE JODE!
Luego llegó el caos. El Henge se le deshizo, los chillidos inundaron la sala y los lunáticos se abalanzaron sobre ellos. Dos en concreto fueron a por Datsue. El Uchiha, que momentos antes había asegurado a sus compañeros guardarse las makabishi para las escaleras, sacó rápidamente el paquete y lo arrojó entre él y ellos, al mismo tiempo que daba un salto hacia atrás.
Luego echó un rápido vistazo a su alrededor, temeroso de que viniesen más a por él. Pero tan solo pudo distinguir sangre y fuego. Sangre de la noble, vertida desde su cuello en cantidades demasiado ingentes como para ponerle remedio. Fuego de Akame, que trataba de rechazar a sus oponentes con esferas flamígeras. Todo eran gritos. Reconoció nuevamente la voz de Yuuki entre estos, y aunque esta vez oyó sus palabras, no las escuchó.
Solo quería irse a casa.
—¡Vámonos, vámonos joder!
Una abertura se hizo ante Datsue. Era lo único que necesitaba. Se arrojó sobre las escaleras desesperado por huir de allí, y, en un esfuerzo titánico, logró contenerse para no salir corriendo antes de ejecutar el plan final.
—¡A la mierda! —Los sellos del Goukakyuu se formaron en sus temblorosas manos, mientras el chakra imbuido por el miedo más atroz inundaba sus pulmones—. ¡Akame, ya! —No iba a concederle a Akame ni un jodido segundo de margen. O estaba a su lado en aquel instante, o…—. ¡ARDED, HIJOS DE PUTA!
Y una inmensa llamarada salió despedida de su boca, amenazando con devorarlo y consumirlo todo...
—¡Hijos de puta, soy Datsue el Intrépido! ¡CONMIGO NO SE JODE!
Luego llegó el caos. El Henge se le deshizo, los chillidos inundaron la sala y los lunáticos se abalanzaron sobre ellos. Dos en concreto fueron a por Datsue. El Uchiha, que momentos antes había asegurado a sus compañeros guardarse las makabishi para las escaleras, sacó rápidamente el paquete y lo arrojó entre él y ellos, al mismo tiempo que daba un salto hacia atrás.
Luego echó un rápido vistazo a su alrededor, temeroso de que viniesen más a por él. Pero tan solo pudo distinguir sangre y fuego. Sangre de la noble, vertida desde su cuello en cantidades demasiado ingentes como para ponerle remedio. Fuego de Akame, que trataba de rechazar a sus oponentes con esferas flamígeras. Todo eran gritos. Reconoció nuevamente la voz de Yuuki entre estos, y aunque esta vez oyó sus palabras, no las escuchó.
Solo quería irse a casa.
—¡Vámonos, vámonos joder!
Una abertura se hizo ante Datsue. Era lo único que necesitaba. Se arrojó sobre las escaleras desesperado por huir de allí, y, en un esfuerzo titánico, logró contenerse para no salir corriendo antes de ejecutar el plan final.
—¡A la mierda! —Los sellos del Goukakyuu se formaron en sus temblorosas manos, mientras el chakra imbuido por el miedo más atroz inundaba sus pulmones—. ¡Akame, ya! —No iba a concederle a Akame ni un jodido segundo de margen. O estaba a su lado en aquel instante, o…—. ¡ARDED, HIJOS DE PUTA!
Y una inmensa llamarada salió despedida de su boca, amenazando con devorarlo y consumirlo todo...
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado