1/08/2017, 00:26
Yo tenía unos planes sencillos e inofensivos como una mosca que no para de darse contra la ventana para intentar salir. El samurai suicida cogió esos planes se cagó en ellos y me los devolvió convertidos en un genocidio de Uzushiogakureños. Conforme la tierra se retorcía y el ring saltaba por los aires yo esperaba que Kotosu corriese y corriese y si eso se saliera del mismo y todo aquello quedase en simple vandalismo, pero él tenía el plan de quedarse quieto acumulando chakra en su katana.
Solo pude contemplar como las miles de astillas y los trillones de guijarros se comían vivo al valiente samurai que decidió combatir un poderoso jutsu con agallas y katanas. Tras aquella visión una nube de polvo hizo presencia, bajé el pequeño escalón que se había formado entre la zona tras de mi, en la que aún había ring y la que tenía ante mi, un rastro de tierra algo retorcida.
Cuando la nube finalmente se deshizo me acerqué a él, lentamente con mi Kodachi desenfundada, le apunté con ella sin perder de vista sus manos y lo que pudiese hacer con ellas.
— Tendrías que haber aceptado ahorrarnos todo esto, rindete, compañero.
¡Kōtetsu! Sí, joder, así se llamaba. Creo, ¿O era su espada la que se llamaba Kōtetsu? ¿Estaría feo preguntarle? Esas eran las preguntas que me hacía mientras le vigilaba por lo que pudiese hacer o decir.
Solo pude contemplar como las miles de astillas y los trillones de guijarros se comían vivo al valiente samurai que decidió combatir un poderoso jutsu con agallas y katanas. Tras aquella visión una nube de polvo hizo presencia, bajé el pequeño escalón que se había formado entre la zona tras de mi, en la que aún había ring y la que tenía ante mi, un rastro de tierra algo retorcida.
Cuando la nube finalmente se deshizo me acerqué a él, lentamente con mi Kodachi desenfundada, le apunté con ella sin perder de vista sus manos y lo que pudiese hacer con ellas.
— Tendrías que haber aceptado ahorrarnos todo esto, rindete, compañero.
¡Kōtetsu! Sí, joder, así se llamaba. Creo, ¿O era su espada la que se llamaba Kōtetsu? ¿Estaría feo preguntarle? Esas eran las preguntas que me hacía mientras le vigilaba por lo que pudiese hacer o decir.
—Nabi—