2/08/2017, 20:01
El rubio se acerco al maltrecho espadachín, como esperando que con aquello finalizase aquel espectáculo.
—Tendrías que haber aceptado ahorrarnos todo esto, ríndete, compañero —le recrimino, mientras apuntaba la punta de su pequeña espada hacia él.
El joven de blanca cabellera alzo las manos en una clara señal de indefensión, pues se sabía en una situación de difícil escape. Entre el público se escucharon algunas exclamaciones, unas de sorpresa y otras de decepción. Incluso hubo quienes comenzaron a levantarse de sus asientos, pues sentían que el combate ya había terminado. Lo único que aun mantenía a la gente a la espera, era la no pronunciada rendición de Kōtetsu, quien demostraba estar bastante calmado.
—Tienes razón, hubiese más lógico el evitarnos todo esto —concedió, mientras dejaba escapar un suspiro que poseía un poco de graciosa risilla—. Pero entonces el combate no sería tan desafiante y divertido.
Justo en aquel instante, Kōtetsu cerró sus ojos, como quien se resigna antes de recibir el golpe de gracia. Y entonces, apoyo el peso de su cuerpo sobre el pie izquierdo, haciendo presión sobre una diminuta esfera envuelta en un papel compactado, y que tenia escrito en ella la palabras luz, que se encontraba justo al lado de su pie. Se trataba, por supuesto, de una Hikaridama que exploto justo un instante después, produciendo un destello cegador para quien tuviese abiertos los ojos, tal como los tenía el rubio, quien yacía vigilante.
El Hakagurē abriría los ojos luego de la pequeña detonación, pero aun no se encontraría en condiciones como para correr y reubicarse, por lo que solo tendría por opción el atacar a su oponente mientras se encontrase cegado: Buscaría descargar un golpe contra la quijada de su oponente, para luego propinar una buena patada a su rodilla.
—Tendrías que haber aceptado ahorrarnos todo esto, ríndete, compañero —le recrimino, mientras apuntaba la punta de su pequeña espada hacia él.
El joven de blanca cabellera alzo las manos en una clara señal de indefensión, pues se sabía en una situación de difícil escape. Entre el público se escucharon algunas exclamaciones, unas de sorpresa y otras de decepción. Incluso hubo quienes comenzaron a levantarse de sus asientos, pues sentían que el combate ya había terminado. Lo único que aun mantenía a la gente a la espera, era la no pronunciada rendición de Kōtetsu, quien demostraba estar bastante calmado.
—Tienes razón, hubiese más lógico el evitarnos todo esto —concedió, mientras dejaba escapar un suspiro que poseía un poco de graciosa risilla—. Pero entonces el combate no sería tan desafiante y divertido.
Justo en aquel instante, Kōtetsu cerró sus ojos, como quien se resigna antes de recibir el golpe de gracia. Y entonces, apoyo el peso de su cuerpo sobre el pie izquierdo, haciendo presión sobre una diminuta esfera envuelta en un papel compactado, y que tenia escrito en ella la palabras luz, que se encontraba justo al lado de su pie. Se trataba, por supuesto, de una Hikaridama que exploto justo un instante después, produciendo un destello cegador para quien tuviese abiertos los ojos, tal como los tenía el rubio, quien yacía vigilante.
El Hakagurē abriría los ojos luego de la pequeña detonación, pero aun no se encontraría en condiciones como para correr y reubicarse, por lo que solo tendría por opción el atacar a su oponente mientras se encontrase cegado: Buscaría descargar un golpe contra la quijada de su oponente, para luego propinar una buena patada a su rodilla.