3/08/2017, 22:10
Y así, como si se tratase de un deja vú inacabable, el calvo reaccionó como lo hace todo el mundo: invadido por la sorpresa y el desconocimiento acerca de lo que, probablemente, veía por primera vez. Un muchacho con la piel más azul que los mares cristalinos de Arashi no Kuni, y dientes más afilados que la espada de un afamado samurai.
Con su larga cabellera atada en una cómoda coleta, cayéndole sobre su espalda. Y su bandana reposando sobre su frente, orgullosa.
—El torneo, quiero que esto empiece y termine lo antes posible. El ansia me está matando —admitió el sin pelo poco después de haberse aclarado la garganta. Por suerte, mantuvo la compostura, y no dijo nada que pudiera herir la susceptibilidad de nadie. Tener al tiburón de Amegakure de enemigo no era una situación apetecible ni mucho menos—. supongo que participas, ¿no?
—Obvio. Todos los que nos hospedamos aquí participaremos, colega. Y bueno, yo que tú no me preocuparía demasiado por todo el asunto del torneo, porque en vista de la cantidad de candidatos que hay postulados, y no sólo de nuestra puta aldea, van a ser de seguro unas cuantas instancias preliminares antes de alcanzar las rondas finales —se apuró a tomar asiento en una de las bancas, y dejó que su mano tomara un par de caramelos que hubo comprado durante su juerga en Sendōshi—. a las que pienso llegar, por cierto, así tenga que lustrarte un poco más la cabeza a punta de patadas.
El escualo estiró la mano, y le ofreció uno de los dulces a su interlocutor.
»Soy Kaido, Umikiba Kaido.
Con su larga cabellera atada en una cómoda coleta, cayéndole sobre su espalda. Y su bandana reposando sobre su frente, orgullosa.
—El torneo, quiero que esto empiece y termine lo antes posible. El ansia me está matando —admitió el sin pelo poco después de haberse aclarado la garganta. Por suerte, mantuvo la compostura, y no dijo nada que pudiera herir la susceptibilidad de nadie. Tener al tiburón de Amegakure de enemigo no era una situación apetecible ni mucho menos—. supongo que participas, ¿no?
—Obvio. Todos los que nos hospedamos aquí participaremos, colega. Y bueno, yo que tú no me preocuparía demasiado por todo el asunto del torneo, porque en vista de la cantidad de candidatos que hay postulados, y no sólo de nuestra puta aldea, van a ser de seguro unas cuantas instancias preliminares antes de alcanzar las rondas finales —se apuró a tomar asiento en una de las bancas, y dejó que su mano tomara un par de caramelos que hubo comprado durante su juerga en Sendōshi—. a las que pienso llegar, por cierto, así tenga que lustrarte un poco más la cabeza a punta de patadas.
El escualo estiró la mano, y le ofreció uno de los dulces a su interlocutor.
»Soy Kaido, Umikiba Kaido.