3/08/2017, 23:35
La chica no tuvo replica alguna por parte de Datsue, éste aceptó inmediatamente y sin dilaciones en ser el mártir que esperaría fuera en pos de emboscar a los posibles enemigos que huyesen, con todo lo que ello conllevaba. Incluso propuso que volvería al tejado done estaba antes, con tal de obtener mejor punto estratégico. La pelirroja no esperó sin embargo que su propio compañero de aldea fuese quien desbaratase toda esa trama estratégica tan embellecida. Sin titubeos, inquirió que todos entrasen, les dieran una paliza al secuestrador o secuestradores, y saliesen con las mismas, como el equipo improvisado que conformaban.
La chica miró a Datsue, y afirmó con un gesto rápido vertical con la cabeza, dando a entender que aceptaba también ese plan. No obstante, aunque era algo mas descabellado, si entraban los tres por la ventana y puerta, no parecía que pudiesen tener ocasión a escapar. A menos, claro, que tuviesen una salida oculta por algún lado de ese chapucero centro de operaciones.
—Vamos pues...
Casi sin necesidad de que ésta lo dijese, Akame se apresuró en acercarse lo máximo posible hasta la ventana. Una vez allí, asomó lentamente por ésta, investigando la situación. La pelirroja no fue menos, y en un abrir y cerrar se puso al flanco del chico, con un sigilo si no igual, parecido. Al asomarse, observó que el panorama no era nada agradable. Habían un montón de secuestradores, entre ellos el cara de rata.
«¡¡La puta madre que parió a Rikuddou y a la hiena de su hermana!! Menuda ocasión para haber dejado los sellos explosivos y armas en casa... desde luego...»
La chica no pudo esconder una mueca de desdén, recordando que había dejado el armamento en casa a causa de que no esperaba tener que usarlo en un concierto, en un evento social. Cuan mala decisión había tomado...
El hombre con el puro, a palabras del cara de rata, le ofreció fortuitamente la oportunidad de degollarse él solito, toda una suerte. Sin embargo, éste no parecía demasiado dispuesto a hacerlo. Aunque afirmaba que el músico podía revivir a los muertos —como Aiko bien había supuesto— no estaba convencido en probarlo en sus propias carnes. Pero, era obvio que el señor regordete y bajito del puro haría que éste lo hiciese, ya fuese por las buenas o por las malas. Al menos, eso pensaba la chica.
«Quizás éste tipo puede ser un aliado provisional, al menos hasta que acabemos con el resto... después pagará por lo que hizo.»
La chica desvió la mirada hacia sus compañeros. —Nos superan en número, y ahí está el tipo que puede ser el shinobi... quizás si lo abatimos el primero, el resto se achante... no se ven tan fuertes, ¿no? —preguntó lo mas bajo que pudo de tono.
La chica miró a Datsue, y afirmó con un gesto rápido vertical con la cabeza, dando a entender que aceptaba también ese plan. No obstante, aunque era algo mas descabellado, si entraban los tres por la ventana y puerta, no parecía que pudiesen tener ocasión a escapar. A menos, claro, que tuviesen una salida oculta por algún lado de ese chapucero centro de operaciones.
—Vamos pues...
Casi sin necesidad de que ésta lo dijese, Akame se apresuró en acercarse lo máximo posible hasta la ventana. Una vez allí, asomó lentamente por ésta, investigando la situación. La pelirroja no fue menos, y en un abrir y cerrar se puso al flanco del chico, con un sigilo si no igual, parecido. Al asomarse, observó que el panorama no era nada agradable. Habían un montón de secuestradores, entre ellos el cara de rata.
«¡¡La puta madre que parió a Rikuddou y a la hiena de su hermana!! Menuda ocasión para haber dejado los sellos explosivos y armas en casa... desde luego...»
La chica no pudo esconder una mueca de desdén, recordando que había dejado el armamento en casa a causa de que no esperaba tener que usarlo en un concierto, en un evento social. Cuan mala decisión había tomado...
El hombre con el puro, a palabras del cara de rata, le ofreció fortuitamente la oportunidad de degollarse él solito, toda una suerte. Sin embargo, éste no parecía demasiado dispuesto a hacerlo. Aunque afirmaba que el músico podía revivir a los muertos —como Aiko bien había supuesto— no estaba convencido en probarlo en sus propias carnes. Pero, era obvio que el señor regordete y bajito del puro haría que éste lo hiciese, ya fuese por las buenas o por las malas. Al menos, eso pensaba la chica.
«Quizás éste tipo puede ser un aliado provisional, al menos hasta que acabemos con el resto... después pagará por lo que hizo.»
La chica desvió la mirada hacia sus compañeros. —Nos superan en número, y ahí está el tipo que puede ser el shinobi... quizás si lo abatimos el primero, el resto se achante... no se ven tan fuertes, ¿no? —preguntó lo mas bajo que pudo de tono.