7/08/2017, 20:47
Karamaru mantuvo la compostura y no dejó amedrentar sus opiniones por el cómo veía Kaido todo aquello del torneo, la participación y los recursos que podrían ahorrarse de salir ellos victoriosos en el evento. Para él, era todo un placer cumplir con las misiones designadas por la Aldea pues le hacía sentir bien respecto a su colaboración para con ella.
Kaido discrepaba, no obstante. Y no porque no le resultase agradable tener algún trabajo aquí y allá de vez en cuando —que de todas formas, no era gratis. Todos recibían un pago acorde, además— sino que ya después de haber completado unas cuantas, se volvía algo tedioso. Tedioso por lo inverosímil de aquellas tareas.
—No sé tú, pero a mí no me da mucho placer tener que estar recogiendo caca de perro y tareas similares, que es, técnicamente, lo que nos ponen a hacer en estas misioncillas de mierda de rango D. Pero ya te digo, sí que me va a ser bien placentero cuando me toque algo que suponga... un mayor desafío.
El escualo perpetuó su mirada en la calvicie de Karamaru.
—Hablando de desafíos, ¿alguien te ha retado a afeitarte la cabeza o qué? ¿o naciste sin pelo? —indagó, sin pelos en la lengua. Le extrañaba ver a alguien tan joven sin un sólo ápice de pelo en la cabeza, aunque desconocía, evidentemente, cualquier tipo de religión o caminos personales que exigieran tener una buena aerodinámica en la cabeza.