7/08/2017, 20:55
La conversación seguía y los otros dos ni parecían haberse enterado que estaban ya llegando al poblado, era como si estuviesen completamente sumidos en aquello que a Koko al menos mucho no le interesaba justamente porque no iba a poner su dinero en apuestas así. Si al menos conociera a los participantes y supiera de las capacidades de cada uno tal vez, pero no ciegamente y a base de conjeturas hechas por el propio Datsue.
—Nop —contestó con firmeza la rubia ante la pregunta.
No iba a pagar nada, y menos ganas tenía de rebuscar en su portaobjetos por dinero mientras cargaba a alguien que… Siendo realistas y siguiendo con ciertos estereotipos, él debería de cargarla a ella pero así estaban las cosas.
Además, la chica iba a ayudarle con su problema alimenticio, ¿qué más podía pedir?
Fuera como fuere, Ayame pareció recordar que la pecosa estaba allí y le dirigió la palabra obligándola a desviar la vista del pueblo.
—Ah, sí —afirmó algo perdida—. Los vicios son malos, más si no sabes nada de los tipos por los que apuestas nada —agregó al menos desde su posición de absoluta ignorancia.
Aunque según lo que enseñaban en la residencia Sakamoto, al menos a los shinobis, técnicamente eso de los desvaríos amorosos eran todo lo contrario a un tabú, pero ella ahora es una Kageyama así que no debe de preocuparse por esas cuestiones que bien le harían recordar.
—Nop —contestó con firmeza la rubia ante la pregunta.
No iba a pagar nada, y menos ganas tenía de rebuscar en su portaobjetos por dinero mientras cargaba a alguien que… Siendo realistas y siguiendo con ciertos estereotipos, él debería de cargarla a ella pero así estaban las cosas.
Además, la chica iba a ayudarle con su problema alimenticio, ¿qué más podía pedir?
Fuera como fuere, Ayame pareció recordar que la pecosa estaba allí y le dirigió la palabra obligándola a desviar la vista del pueblo.
—Ah, sí —afirmó algo perdida—. Los vicios son malos, más si no sabes nada de los tipos por los que apuestas nada —agregó al menos desde su posición de absoluta ignorancia.
Aunque según lo que enseñaban en la residencia Sakamoto, al menos a los shinobis, técnicamente eso de los desvaríos amorosos eran todo lo contrario a un tabú, pero ella ahora es una Kageyama así que no debe de preocuparse por esas cuestiones que bien le harían recordar.