9/08/2017, 15:40
El plan funcionó, por primera vez. Fue impresionante, como si me hubiera vuelto un mago y ahora el tiempo y el espacio se viera obligado a obedecerme. Mi clon me miró y yo le miré a él, encogiendome de hombros.
— Yo tampoco lo entiendo.
Kotetsu seguía convencido de que el combate era a muerte y por eso mi clon y yo compartimos el sentimiento mutuo de que ese chaval era idiota. Una cosa era amar tu villa y hacer cualquier cosa por ella y otra muy diferente pensar que todo combate que hagas tiene que ser a muerte por el honor y la dignidad de... ¿por qué coño luchaba éste? ¿Por los samuráis? Porque desde luego por la villa no era.
— Ocupate tú porque no se va a rendir.
— ¿Y por qué yo?
— ¡Porque eres el clon!
Y mi clon se dirigió al más en el otro barrio que en este de Kotetsu. Con mucho amor y cariño le dio un puñetazo en los piños. Yo miraba atentamente al igual que todo el estadio, tras dar por finalizado el combate, mi clon se acercó a mi y juntos saludamos al público. Nos cogimos de la mano y la alzamos bien alto. Al fin y al cabo era lo que ellos querían, un ganador. Y yo tenía que sentirme enormemente halagado de haber herido hasta la gravedad a un compañero de villa para su diversión.
Algo de emoción sí que sentía, pero más por haber llegado al final de ese martirio que había sido Kotetsu para mi. Tanta irracionalidad era delirante. No podía quitarme esa sensación agridulce de la boca y de la mente, combatir molaba, la adrenalina, los clones de Doton, la emoción de sentirse vivo. ¡PERO CONTRA UN UZUNES QUE SE PENSABA QUE ESTO ERA A MUERTE! Kami-sama, de verdad, ¿y si un shuriken había rozado algún nervio o algo de eso importante y ahora no podía volver a pelear?
La gente estaba loca. Jugandose la vida por hacer el paripé.
— Yo tampoco lo entiendo.
Kotetsu seguía convencido de que el combate era a muerte y por eso mi clon y yo compartimos el sentimiento mutuo de que ese chaval era idiota. Una cosa era amar tu villa y hacer cualquier cosa por ella y otra muy diferente pensar que todo combate que hagas tiene que ser a muerte por el honor y la dignidad de... ¿por qué coño luchaba éste? ¿Por los samuráis? Porque desde luego por la villa no era.
— Ocupate tú porque no se va a rendir.
— ¿Y por qué yo?
— ¡Porque eres el clon!
Y mi clon se dirigió al más en el otro barrio que en este de Kotetsu. Con mucho amor y cariño le dio un puñetazo en los piños. Yo miraba atentamente al igual que todo el estadio, tras dar por finalizado el combate, mi clon se acercó a mi y juntos saludamos al público. Nos cogimos de la mano y la alzamos bien alto. Al fin y al cabo era lo que ellos querían, un ganador. Y yo tenía que sentirme enormemente halagado de haber herido hasta la gravedad a un compañero de villa para su diversión.
Algo de emoción sí que sentía, pero más por haber llegado al final de ese martirio que había sido Kotetsu para mi. Tanta irracionalidad era delirante. No podía quitarme esa sensación agridulce de la boca y de la mente, combatir molaba, la adrenalina, los clones de Doton, la emoción de sentirse vivo. ¡PERO CONTRA UN UZUNES QUE SE PENSABA QUE ESTO ERA A MUERTE! Kami-sama, de verdad, ¿y si un shuriken había rozado algún nervio o algo de eso importante y ahora no podía volver a pelear?
La gente estaba loca. Jugandose la vida por hacer el paripé.
—Nabi—