10/08/2017, 00:38
Suspiró de alivio. Había llegado a tiempo. La nube de veneno tóxica no llegó a tocar a nadie.
—Gracias, Juro.
Juro se ruborizó levemente, olvidando la situación en la que se encontraban durante unos momentos. Después, sacudió la cabeza y se espabiló.
— Ten cuidado. A saber que más cosas tendrá en esa carretilla...
Aiko parecía furiosa. Se había levantado, tensa. Por unos momentos, parecía que se había dignado incluso a recibir aquel perfume. Desde luego, el tío la había cagado.
« Pero no buscaba matarla. Solo paralizarla. ¿Quería capturarla? ¿Explorar su inmortalidad? »
—Maldito cobarde... ¡da la cara tu y tus amiguitos! —inquirió la chica al hombre.
El hombre consiguió llegar hasta el carro. Jadeó. La sola carrera ya le había agotado. Estaba en pésimas condiciones físicas. Aun pudo dedicarles una sonrisa cansada.
— Tu inmortalidad sera nuestra, chica. Si la entregas será mucho más fácil.
Al momento, la ayuda de aquel hombre apareció. Pero no en el suelo, a su lado, o detrás del carromato. Literalmente apareció encima suyo.
Era una mujer adulta, muy alta, de complexión extremadamente delgada. Tenía una cola de caballo marrón como pelo, y unos brillantes ojos azules. Vestía una ropa andrajosa y gastada, y en sus muñecas, llevaba dos esposas, como extraño complemento. Sus piernas también. Tenía una marca circular en el cuello, como si hubiera llevado una correa.
La mujer salió de encima del carro, como si volase. En realidad, solo había dado un gran salto desde lo alto de la estructura, en dirección hacia ambos chicos. Con gran habilidad, dio un giro de tobillo y trató de asestarles una patada voladora, que podría precipitarles hacia el acantilado...
—Gracias, Juro.
Juro se ruborizó levemente, olvidando la situación en la que se encontraban durante unos momentos. Después, sacudió la cabeza y se espabiló.
— Ten cuidado. A saber que más cosas tendrá en esa carretilla...
Aiko parecía furiosa. Se había levantado, tensa. Por unos momentos, parecía que se había dignado incluso a recibir aquel perfume. Desde luego, el tío la había cagado.
« Pero no buscaba matarla. Solo paralizarla. ¿Quería capturarla? ¿Explorar su inmortalidad? »
—Maldito cobarde... ¡da la cara tu y tus amiguitos! —inquirió la chica al hombre.
El hombre consiguió llegar hasta el carro. Jadeó. La sola carrera ya le había agotado. Estaba en pésimas condiciones físicas. Aun pudo dedicarles una sonrisa cansada.
— Tu inmortalidad sera nuestra, chica. Si la entregas será mucho más fácil.
Al momento, la ayuda de aquel hombre apareció. Pero no en el suelo, a su lado, o detrás del carromato. Literalmente apareció encima suyo.
Era una mujer adulta, muy alta, de complexión extremadamente delgada. Tenía una cola de caballo marrón como pelo, y unos brillantes ojos azules. Vestía una ropa andrajosa y gastada, y en sus muñecas, llevaba dos esposas, como extraño complemento. Sus piernas también. Tenía una marca circular en el cuello, como si hubiera llevado una correa.
La mujer salió de encima del carro, como si volase. En realidad, solo había dado un gran salto desde lo alto de la estructura, en dirección hacia ambos chicos. Con gran habilidad, dio un giro de tobillo y trató de asestarles una patada voladora, que podría precipitarles hacia el acantilado...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60