10/08/2017, 19:37
Akame quedó absolutamente anonadado con la belleza y el realismo de aquella escultura. En su corta vida, jamás había visto una obra de arte de semejante categoría —y ya empezaba a entender por qué Satomu se mostraba siempre tan altivo y arrogante—. El tipo podía permitírselo. «No cabe duda de que utiliza algún jutsu secreto en sus esculturas. Es imposible que alguien pueda lograr este nivel de maestría sólo con sus manos desnudas», concluyó el gennin.
A aquella demostración de talento le siguió otro de los discursos de Nishijima. Llegados a ese punto Akame había aprendido ya a hacer oídos sordos de las palabras del escultor y a prestarles la misma atención que le prestaría a un perro lamiéndose su propio aparato. «La comparación es ciertamente adecuada», pensó con una sonrisilla.
Sin embargo, a continuación —y sin que él pudiese preveerlo— sucedieron dos cosas que cambiaron completamente la perspectiva del asunto. Primero Kaido, harto ya de las exhibiciones ególatras de Nishijima, explotó en una riada de insultos y malos modales cuyo resultado era imprevisible. Akame lo observó sin inmutarse, pero por dentro estaba cagándose en todo lo cagable por la indiscrección del amejin. «Joder, Kaido-san, ¡ahora no! Vas a conseguir que el tipo se ponga en alerta...»
La segunda ocurrió al reparar en el curioso detalle de que, al fondo de la galería, había un grupo de esculturas que no tenía chakra alguno. «¿Qué demonios...?» El Uchiha se cercioró de aquello y luego, queriendo también desviar la atención de Satomu sobre los insultos de Kaido, se apresuró a preguntar de la forma más inocente que pudo.
—Nishijima-san, si me permite la pregunta... ¿Por qué esas esculturas están hacinadas allí, apartadas del resto? Y... ¿Por qué parecen diferentes?
A aquella demostración de talento le siguió otro de los discursos de Nishijima. Llegados a ese punto Akame había aprendido ya a hacer oídos sordos de las palabras del escultor y a prestarles la misma atención que le prestaría a un perro lamiéndose su propio aparato. «La comparación es ciertamente adecuada», pensó con una sonrisilla.
Sin embargo, a continuación —y sin que él pudiese preveerlo— sucedieron dos cosas que cambiaron completamente la perspectiva del asunto. Primero Kaido, harto ya de las exhibiciones ególatras de Nishijima, explotó en una riada de insultos y malos modales cuyo resultado era imprevisible. Akame lo observó sin inmutarse, pero por dentro estaba cagándose en todo lo cagable por la indiscrección del amejin. «Joder, Kaido-san, ¡ahora no! Vas a conseguir que el tipo se ponga en alerta...»
La segunda ocurrió al reparar en el curioso detalle de que, al fondo de la galería, había un grupo de esculturas que no tenía chakra alguno. «¿Qué demonios...?» El Uchiha se cercioró de aquello y luego, queriendo también desviar la atención de Satomu sobre los insultos de Kaido, se apresuró a preguntar de la forma más inocente que pudo.
—Nishijima-san, si me permite la pregunta... ¿Por qué esas esculturas están hacinadas allí, apartadas del resto? Y... ¿Por qué parecen diferentes?