10/08/2017, 21:30
Akame pareció disgustado con todo, hasta consigo mismo. Inquirió que lo haría, que se volvería mas fuerte que todos ellos. Aiko no comprendía muy bien qué bicho le había picado... ¿Se refería a que se haría mas fuerte que el mercenario y el jefe? La chica no sabía muy bien como tomarse el comentario del chico, pero tampoco era realmente cosa suya. Akame ya era mayorcito, y sabía lo que se hacía. Si quería entrenar por odio, que lo hiciese...
«Tal y como Blame decía una y otra vez... todos terminan seducidos por ideas egoístas... al final el loco va a resultar el mas cuerdo de todos...»
La chica dejó caer un suspiro. Vio cómo Akame se poyaba en el hombro de su compatriota, y le pedía que se fuesen de ese sitio, que ya había tenido suficiente de esa ciudad por al menos unas cuantas estaciones. La chica miró de reojo a ambos, mientras que su cuerpo comenzó a deshacerse en un millar de papeles.
—Ya nos veremos, si así el destino lo quiere, chicos... —escupió afligida la chica, justo antes de que su figura terminase de desaparecer.
En el lugar donde ésta estaba, los papeles comenzaron a convertirse en aviones de origami. Con las mismas, los avioncitos comenzaron a volar a toda velocidad, guiados por el mismo viento. En un abrir y cerrar de ojos, los chicos perderían de vista todo rastro de lo que quedaba de la chica, los aviones de papel. Como bien había dicho éste genin, ya había sido suficiente de ésta urbe por un tiempo.
Por suerte o desgracia, al menos el asesino había recibido su merecido...
«Tal y como Blame decía una y otra vez... todos terminan seducidos por ideas egoístas... al final el loco va a resultar el mas cuerdo de todos...»
La chica dejó caer un suspiro. Vio cómo Akame se poyaba en el hombro de su compatriota, y le pedía que se fuesen de ese sitio, que ya había tenido suficiente de esa ciudad por al menos unas cuantas estaciones. La chica miró de reojo a ambos, mientras que su cuerpo comenzó a deshacerse en un millar de papeles.
—Ya nos veremos, si así el destino lo quiere, chicos... —escupió afligida la chica, justo antes de que su figura terminase de desaparecer.
En el lugar donde ésta estaba, los papeles comenzaron a convertirse en aviones de origami. Con las mismas, los avioncitos comenzaron a volar a toda velocidad, guiados por el mismo viento. En un abrir y cerrar de ojos, los chicos perderían de vista todo rastro de lo que quedaba de la chica, los aviones de papel. Como bien había dicho éste genin, ya había sido suficiente de ésta urbe por un tiempo.
Por suerte o desgracia, al menos el asesino había recibido su merecido...