16/08/2017, 05:10
El estruendoso sonido del exterior inundó su habitación de espera poco después de que la puerta frente suyo se abriera finalmente, dándole luz blanca para que, después de dos semanas, volviera nuevamente a pisar el campo de batalla. Uno del que, al menos durante la primera ronda, se había adueñado por completo. Su primer contrincante no supuso ningún desafío para él.
Sin embargo, no por ello descartaba que la segunda ronda fuera igual de sencilla. Kaido era un arrojado, de aquellos que usualmente se lanzaba de lleno a cualquier situación, por más peligrosa que fuera. Pero sabía de buena fuente que los competidores restantes no iban a ser pan comido, ni mucho menos. Sólo esperaba no tener que luchar contra ninguno de los dos Uchiha de Uzushio: querría dejarlos como plato final.
El gyojin salió caminando, a paso firme, hasta la posición inicial. No volteó a ver al público, ni prestó atención a sus vitoreos. Esa vez no perdería el tiempo hablando, ni soltando chistes mordaces a su contrincante.
Esa vez le iba a patear el culo, y ya.
Aunque no pudo evitar sentir cierta impresión al ver de quién se trataba, finalmente. Una mujer que aparentaba ser mucho mayor que él, más alta y con tatuajes adornándole el cuerpo. Cabello rojo, y una vestimenta de lo más peculiar. Comparado con la simplicidad de Kaido, cuyo vestuario era el típico de siempre; la mujer llamaría mucho más la atención.
El escualo la observó fijamente por unos instantes, y luego sonrió. Como lo hace siempre, con aquel manojo de dientes de sierra como sello de presentación.
—Será rápido, no te preocupes.
—
1 AO
Sin embargo, no por ello descartaba que la segunda ronda fuera igual de sencilla. Kaido era un arrojado, de aquellos que usualmente se lanzaba de lleno a cualquier situación, por más peligrosa que fuera. Pero sabía de buena fuente que los competidores restantes no iban a ser pan comido, ni mucho menos. Sólo esperaba no tener que luchar contra ninguno de los dos Uchiha de Uzushio: querría dejarlos como plato final.
El gyojin salió caminando, a paso firme, hasta la posición inicial. No volteó a ver al público, ni prestó atención a sus vitoreos. Esa vez no perdería el tiempo hablando, ni soltando chistes mordaces a su contrincante.
Esa vez le iba a patear el culo, y ya.
Aunque no pudo evitar sentir cierta impresión al ver de quién se trataba, finalmente. Una mujer que aparentaba ser mucho mayor que él, más alta y con tatuajes adornándole el cuerpo. Cabello rojo, y una vestimenta de lo más peculiar. Comparado con la simplicidad de Kaido, cuyo vestuario era el típico de siempre; la mujer llamaría mucho más la atención.
El escualo la observó fijamente por unos instantes, y luego sonrió. Como lo hace siempre, con aquel manojo de dientes de sierra como sello de presentación.
—Será rápido, no te preocupes.
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