16/08/2017, 16:03
No paraba de mirarse la palma de la mano. De analizarla. De buscar un patrón lógico a las decenas de arrugas que la cruzaban. Trataba de leer las líneas de vida, tal y como aseguraban poder hacer muchas ancianas de Yamiria, a cambio de una generosa propina. ¿Qué decían las suyas? ¿Qué auguraba su destino para aquel día?
Resopló. Debía centrarse en el combate. Tras probar el sabor dulce de la gloria, el Uchiha quería más. Una sola vez le había bastado para volverse adicto. Por eso, había entrenado como nunca, se había esforzado y había puesto su mente a trabajar de forma incansable en estrategias y posibles movimientos. Recordó la técnica que había sellado secretamente antes de luchar contra Eri, encerrado en aquel mismo habitáculo. Era todo un milagro que no la hubiese activado por accidente, pero allí seguía, bien sellada en su cuerpo. Quizá le viniese bien para aquel combate…
«...pero no es suficiente»
Cuando salió por las puertas del estadio, el Uchiha no pudo evitar sentirse ligeramente decepcionado. ¿Dónde estaban los fuegos artificiales? ¿Y la música de entrada? ¿Y las bombas? Estaba claro que el samurai de cejas pobladas no había trasladado las sugerencias de Datsue a sus superiores, porque de haberlo hecho, el Uchiha veía inconcebible que no les hubiese parecido bien.
Pero el público rugió con su entrada, y aquello lo consoló.
—¡Datsue el Intrépido! ¡Datsue el Intrépido! —se canturreó, a sí mismo, tratando de convencerse de que aquello era lo que cantaba también el público. Levantó las manos y saludó, primero, a la grada donde se sentaba la mayoría de los de Uzushiogakure, para luego saludar al resto mientras seguía caminando. En cierto momento, incluso, se atrevió a lanzar un par de besos fugaces aquí y allá, animado con el ambiente.
Cuando subió por las escaleras del tatami, en cambio, su pulso se aceleró. En frente tenía a nada más y nada menos que un Ameriense, y eso… no le gustaba. No solo por la fama que tenían de buenos shinobis, tan brutos como letales, sino porque siempre se imaginaba que cualquiera de ellos podía ser el mismísimo jinchuuriki. Llegó hasta la distancia acordada, y entonces le vio los ojos…
—Vaya, debes de ser Daruu, ¿cierto? —preguntó, haciendo una leve reverencia—. Uchiha Datsue, aunque mis amigos me llaman Datsue el Intrépido, un placer —se presentó. Recordaba lo que había dicho Akame sobre aquel chico. Recordaba que precisamente le había indicado que se dejaba llevar fácilmente por las provocaciones. Si la táctica de desestabilización le había funcionado contra Eri… ¿por qué no también contra él? Por eso, esbozó una pequeña sonrisa y añadió:—. Uchiha Akame te manda recuerdos.
—
1 técnica sellada del combate de Eri
1 AO nueva
Resopló. Debía centrarse en el combate. Tras probar el sabor dulce de la gloria, el Uchiha quería más. Una sola vez le había bastado para volverse adicto. Por eso, había entrenado como nunca, se había esforzado y había puesto su mente a trabajar de forma incansable en estrategias y posibles movimientos. Recordó la técnica que había sellado secretamente antes de luchar contra Eri, encerrado en aquel mismo habitáculo. Era todo un milagro que no la hubiese activado por accidente, pero allí seguía, bien sellada en su cuerpo. Quizá le viniese bien para aquel combate…
«...pero no es suficiente»
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Cuando salió por las puertas del estadio, el Uchiha no pudo evitar sentirse ligeramente decepcionado. ¿Dónde estaban los fuegos artificiales? ¿Y la música de entrada? ¿Y las bombas? Estaba claro que el samurai de cejas pobladas no había trasladado las sugerencias de Datsue a sus superiores, porque de haberlo hecho, el Uchiha veía inconcebible que no les hubiese parecido bien.
Pero el público rugió con su entrada, y aquello lo consoló.
—¡Datsue el Intrépido! ¡Datsue el Intrépido! —se canturreó, a sí mismo, tratando de convencerse de que aquello era lo que cantaba también el público. Levantó las manos y saludó, primero, a la grada donde se sentaba la mayoría de los de Uzushiogakure, para luego saludar al resto mientras seguía caminando. En cierto momento, incluso, se atrevió a lanzar un par de besos fugaces aquí y allá, animado con el ambiente.
Cuando subió por las escaleras del tatami, en cambio, su pulso se aceleró. En frente tenía a nada más y nada menos que un Ameriense, y eso… no le gustaba. No solo por la fama que tenían de buenos shinobis, tan brutos como letales, sino porque siempre se imaginaba que cualquiera de ellos podía ser el mismísimo jinchuuriki. Llegó hasta la distancia acordada, y entonces le vio los ojos…
—Vaya, debes de ser Daruu, ¿cierto? —preguntó, haciendo una leve reverencia—. Uchiha Datsue, aunque mis amigos me llaman Datsue el Intrépido, un placer —se presentó. Recordaba lo que había dicho Akame sobre aquel chico. Recordaba que precisamente le había indicado que se dejaba llevar fácilmente por las provocaciones. Si la táctica de desestabilización le había funcionado contra Eri… ¿por qué no también contra él? Por eso, esbozó una pequeña sonrisa y añadió:—. Uchiha Akame te manda recuerdos.
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1 técnica sellada del combate de Eri
1 AO nueva
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado