16/08/2017, 16:27
(Última modificación: 16/08/2017, 16:28 por Sasagani Yota.)
—Oh... Esto, gracias
— No hay de qué — contesté con una sonrisa.
De hecho, ahora que me fijaba, era una chica joven, sí. Pero ya a su edad deslumbraba. Era hermosa y su baja estatura que en parte le daba una sensación de fragilidad no hacia más que acentuar su belleza. No dude en ayudarla a incorporarse en cuanto aceptó mis manos como palanca salva vidas.
—. Eso... ¿Eso es un palo de dangos? ¿Sabes dónde venden unos cuantos?
Bien, había llegado el momento de hacerse el interesante. Hice la pregunta concreta para ello. A fin de cuenta los dangos salieron en la conversación.
— ¡Pues claro! Podríamos estar en cualquier lugar del mundo que sabría donde se pueden comer dangos, por algo soy la persona que más ama los dangos de todo Oonindo pero... — hice un silencio estratégico — Antes de que tengamos una cita deberías decirme tu nombre, ¿No?
*¡Hostias!*
Mis ojos se detuvieron en su cuello al mismo tiempo que soltaba sus manos. El destello de la placa metálica de su bandana iluminó mis orbes y entonces vi como en ella se dibujaba un remolino.
— Una kunoichi de Uzushiogakure. Impresionante. Ya tuve ocasión para conocer un par de tus camaradas, tipos curiosos, desde luego
Sí, fue hace ya un tiempo en aquel barco endemoniado. Aquellos dos Uchihas también lucían el emblema del remolino. A veces me preguntaba como les habría ido y sobre todo si habrían conseguido su propósito y ganarse la bendición — y por tanto la herencia — del ricachón ese de Soshuro...
— No hay de qué — contesté con una sonrisa.
De hecho, ahora que me fijaba, era una chica joven, sí. Pero ya a su edad deslumbraba. Era hermosa y su baja estatura que en parte le daba una sensación de fragilidad no hacia más que acentuar su belleza. No dude en ayudarla a incorporarse en cuanto aceptó mis manos como palanca salva vidas.
—. Eso... ¿Eso es un palo de dangos? ¿Sabes dónde venden unos cuantos?
Bien, había llegado el momento de hacerse el interesante. Hice la pregunta concreta para ello. A fin de cuenta los dangos salieron en la conversación.
— ¡Pues claro! Podríamos estar en cualquier lugar del mundo que sabría donde se pueden comer dangos, por algo soy la persona que más ama los dangos de todo Oonindo pero... — hice un silencio estratégico — Antes de que tengamos una cita deberías decirme tu nombre, ¿No?
*¡Hostias!*
Mis ojos se detuvieron en su cuello al mismo tiempo que soltaba sus manos. El destello de la placa metálica de su bandana iluminó mis orbes y entonces vi como en ella se dibujaba un remolino.
— Una kunoichi de Uzushiogakure. Impresionante. Ya tuve ocasión para conocer un par de tus camaradas, tipos curiosos, desde luego
Sí, fue hace ya un tiempo en aquel barco endemoniado. Aquellos dos Uchihas también lucían el emblema del remolino. A veces me preguntaba como les habría ido y sobre todo si habrían conseguido su propósito y ganarse la bendición — y por tanto la herencia — del ricachón ese de Soshuro...
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa