17/08/2017, 20:19
El escualo, ligeramente ensimismado, volteó en súbito cuando una voz familiar le distrajo. Torció el cogote y se encontró con quién le hablaba: nada más y nada menos que Senju Riko, un genin de Uzushio al que había conocido durante una peligrosa expedición al país del Viento, y del que había vuelto a saber hacía menos de una estación, durante su encuentro con Datsue el intrépido en la ciudad de los Herreros.
No le conocía muy bien. No podían llamarse amigos, tampoco. Pero sí que tendrían una relación de bastante cordialidad siendo que, entre los dos, sobrevivieron a las redadas de aquellos maleantes del desierto. Ésta vez, por suerte, se encontraban a salvo en el interior de un complejo rocoso seguro.
Aunque no exento de peligros.
—Coño, pero si es nada más y nada menos que Riko. ¿Qué tal, colega? ¿qué haces por estos lares? —el escualo extendió la mano, y se la estrechó. Luego la volvió a guardar en su bolsillo—. no me digas que estás participando en el torneo. O que participaste.
No le conocía muy bien. No podían llamarse amigos, tampoco. Pero sí que tendrían una relación de bastante cordialidad siendo que, entre los dos, sobrevivieron a las redadas de aquellos maleantes del desierto. Ésta vez, por suerte, se encontraban a salvo en el interior de un complejo rocoso seguro.
Aunque no exento de peligros.
—Coño, pero si es nada más y nada menos que Riko. ¿Qué tal, colega? ¿qué haces por estos lares? —el escualo extendió la mano, y se la estrechó. Luego la volvió a guardar en su bolsillo—. no me digas que estás participando en el torneo. O que participaste.