17/08/2017, 21:07
El gyojin alzó los hombros, conforme con lo dicho. De todas formas, no había sido una expresión del todo literal: la marca que le dejó a Izumi fue moral, no por nada le había avergonzado frente a cientos y cientos de espectadores. Kaido no esperaba que se recuperara de ello tan rápido, y a eso se refería con la supuesta marca. Sin embargo, el tema quedaría zanjado y superpuesto por uno más interesante. Y es que Riko dijo haberle ganado a Karamaru, el muchacho más calvo de todo Ame.
También le increpó un poco sobre sus altas pretensiones, y que teniendo en cuenta su juventud, quizás era más sensato poner el ojo a un objetivo que fuera mucho más sencillo de cumplir.
Kaido sonrió, muy seguro de sí mismo. Pero eso Riko ya lo sabía bien de sobra.
—Aspirar a algo menos que un Kage es no tener los cojones para apuntar alto aún y cuando existe el riesgo de fallar estrepitosamente en el intento. La diferencia, mi buen Riko, es que yo no temo a esos fallos. Seguro que tendré unos cuantos en el camino —y con cuantos creo que me quedo corto— pero sé que tarde o temprano terminarán convirtiéndose en una simple anécdota para adornar mi ascenso hasta el liderazgo de Amegakure.
Se acercó hasta el lindero derecho de su compañero, y volteó a darle un vistazo, nuevamente, al Dojo abandonado.
—De hecho, me parece que tú me has hecho el favor de acabar tú mismo con uno de esos obstáculos de los que te hablo. Karamaru-kun era un tipo bien instruido en el combate, yo mismo entrené con él y me pareció que podría vencer a cualquiera. ¿Cómo le has ganado exactamente?
También le increpó un poco sobre sus altas pretensiones, y que teniendo en cuenta su juventud, quizás era más sensato poner el ojo a un objetivo que fuera mucho más sencillo de cumplir.
Kaido sonrió, muy seguro de sí mismo. Pero eso Riko ya lo sabía bien de sobra.
—Aspirar a algo menos que un Kage es no tener los cojones para apuntar alto aún y cuando existe el riesgo de fallar estrepitosamente en el intento. La diferencia, mi buen Riko, es que yo no temo a esos fallos. Seguro que tendré unos cuantos en el camino —y con cuantos creo que me quedo corto— pero sé que tarde o temprano terminarán convirtiéndose en una simple anécdota para adornar mi ascenso hasta el liderazgo de Amegakure.
Se acercó hasta el lindero derecho de su compañero, y volteó a darle un vistazo, nuevamente, al Dojo abandonado.
—De hecho, me parece que tú me has hecho el favor de acabar tú mismo con uno de esos obstáculos de los que te hablo. Karamaru-kun era un tipo bien instruido en el combate, yo mismo entrené con él y me pareció que podría vencer a cualquiera. ¿Cómo le has ganado exactamente?