17/08/2017, 22:10
Estaba totalmente inmerso en mi jugada, que pensé que había sido bastante buena, y lo fue. Al menos conseguí hacerle un buen corte en la pierna. Entonces sentí algo que se enrollaba y despues fuego y para cuando el dolor cesó, o al menos se mitigó, estaba tirado en el suelo mirando al cielo.
Aquel loco había intentado calcinarme vivo, tenía quemaduras con más grados de los que tenía yo en estudios. Miraba las nubes y las nubes me miraban a mi, y me encontré con lo que había estado evitando mirar desde que Gouna-sama me ordenó volver al ring. Mis ganas de levantarme eran nulas. Mis ganas de pelear eran nulas. No había planes ni estrategias, elucubraciones complicadas para sorprender a mi enemigo. Solo encontraba ganas de insultar a todos los que hubieran estado involucrados en aquel estúpido combate que me llevaba de nuevo a herir a un compañero.
Estaba cansado, literal y metaforicamente. Físicamente por el Shunshin y el abrasamiento y mentalmente por la poca inteligencia y empatía que parecían mostrar los que deberían ser mis compañeros. Solo les importaba su enorme y poderoso miembro viril y la enorme satisfacción de mostrarlo en público. ¡Yo estoy intentando que salgamos todos vivos!
—Creo que es suficiente, Nabi-san —
Esbocé una sonrisa. Lo era, más que suficiente. Me doblé, sentandome, despues apoyé una mano en el suelo estabilizandome.
— Siento decepcionarte, Akame-san. Pero yo no me mantengo entre los límites de este circulo en busca de llenar una marmita. Yo ya tuve suficiente, en el combate anterior se me ordenó combatir, indirectamente se me prohibió rendirme. Supongo que...
Tras apoyar un pie me impulsé con mis manos en mi propia rodilla, poniendome de pie de nuevo, tambaleante e intentando recobrar el equilibrio y la sensación de tener la cabeza sobre los hombros.
— Supongo que eso es lo que me separa de vosotros. Llamalo sentido del deber o conciencia. Seguiré a mi kage y a Uzushiogakure a donde me lleven, pero yo soy shinobi para proteger a mis gentes y eso nos incluye a ti y a mi. Si estoy de pie y sigo peleando no es por ti ni por mi, es porque Gouna-sama me ha ordenado luchar. Lucharé y si gano sera con el menor daño posible infligido, y si pierdo, será porque no puedo levantarme.
Hice una breve sucesión de sellos y ante mi se levantó un enorme muro de Doton con el simbolo de Uzushiogakure ocupando casi toda la extensión del mismo. Al alzarse de la tierra bajo la madera todo el ring se desestabilizó durante unos instantes para acabar finalmente partiendose en dos dejando un vacio entre ambas partes entre las cuales se ergía el muro.
Aún me preguntaba hasta qué punto era legal partir esa mierda de madera que parecía hecha a proposito para fastidiar a los pobres Dotoneros.
Aquel loco había intentado calcinarme vivo, tenía quemaduras con más grados de los que tenía yo en estudios. Miraba las nubes y las nubes me miraban a mi, y me encontré con lo que había estado evitando mirar desde que Gouna-sama me ordenó volver al ring. Mis ganas de levantarme eran nulas. Mis ganas de pelear eran nulas. No había planes ni estrategias, elucubraciones complicadas para sorprender a mi enemigo. Solo encontraba ganas de insultar a todos los que hubieran estado involucrados en aquel estúpido combate que me llevaba de nuevo a herir a un compañero.
Estaba cansado, literal y metaforicamente. Físicamente por el Shunshin y el abrasamiento y mentalmente por la poca inteligencia y empatía que parecían mostrar los que deberían ser mis compañeros. Solo les importaba su enorme y poderoso miembro viril y la enorme satisfacción de mostrarlo en público. ¡Yo estoy intentando que salgamos todos vivos!
—Creo que es suficiente, Nabi-san —
Esbocé una sonrisa. Lo era, más que suficiente. Me doblé, sentandome, despues apoyé una mano en el suelo estabilizandome.
— Siento decepcionarte, Akame-san. Pero yo no me mantengo entre los límites de este circulo en busca de llenar una marmita. Yo ya tuve suficiente, en el combate anterior se me ordenó combatir, indirectamente se me prohibió rendirme. Supongo que...
Tras apoyar un pie me impulsé con mis manos en mi propia rodilla, poniendome de pie de nuevo, tambaleante e intentando recobrar el equilibrio y la sensación de tener la cabeza sobre los hombros.
— Supongo que eso es lo que me separa de vosotros. Llamalo sentido del deber o conciencia. Seguiré a mi kage y a Uzushiogakure a donde me lleven, pero yo soy shinobi para proteger a mis gentes y eso nos incluye a ti y a mi. Si estoy de pie y sigo peleando no es por ti ni por mi, es porque Gouna-sama me ha ordenado luchar. Lucharé y si gano sera con el menor daño posible infligido, y si pierdo, será porque no puedo levantarme.
Hice una breve sucesión de sellos y ante mi se levantó un enorme muro de Doton con el simbolo de Uzushiogakure ocupando casi toda la extensión del mismo. Al alzarse de la tierra bajo la madera todo el ring se desestabilizó durante unos instantes para acabar finalmente partiendose en dos dejando un vacio entre ambas partes entre las cuales se ergía el muro.
Aún me preguntaba hasta qué punto era legal partir esa mierda de madera que parecía hecha a proposito para fastidiar a los pobres Dotoneros.
—Nabi—