18/08/2017, 15:05
El día había terminado, la charla breve pero amena que habrían tenido Ayame y Shanise eventualmente terminaría tan pronto como había comenzado. Todos se abrazarían a sus bolsas de dormir y buscarían recobrar energía para continuar al día siguiente con la jornada.
En la noche, en algún punto de la noche. El joven médico se movió dormido y se subió donde no debía.
Desde luego que no entendería nada, Mogura dormía como un tronco.
Transportado como alguna especie de producto empaquetado, el muchacho de cabello azabache terminaría en uno de los extremos del Túnel.
Las gotas de agua caerían sobre él por un rato, un buen rato. La bolsa de dormir lo mantendría lo suficientemente abrigado como para que aquella molestia pase desapercibida.
Finalmente, después de un buen rato, la bolsa de dormir de Mogura se movería. Abriría el cierre interior y liberaría sus brazos para desperezarse, entre bostezos se acomodaría el cabello y tomaría la bandana detrás de su pequeña almohada y se arreglaría el peinado.
Sus somnolientos ojos comenzarían a percibir nuevamente la realidad, en la extraña realidad que ahora se encontraba.
«¿Hmm...?»
¿Donde estaba? ¿Cuanto tiempo llevaba ahí? ¿Como había llegado ahí?
«Está... lloviendo... y hay mucha hierba... esto es el País de la Tormenta...»
Mientras se dedicaba a pasear su mirada por el lugar. Se sentaría entonces y buscaría con la mirada algo más que le sirviese para entender donde estaba. Realmente estaba todavía un poco dormido como para preocuparse demasiado.
«¿Está amaneciendo...?»
Sería posible, si. Le sorprendería que algo lo despertase durante la noche. Extendió sus manos fuera de la bolsa con la esperanza de encontrar su morral o sus botas, pero no había forma de que las arrastrara consigo durante la noche.
«Mis cosas...»
Sacudió la cabeza de un lado a otro con la esperanza de terminar de despertarse. Entonces se pondría de pie sobre la bolsa de dormir. Sería entonces que vería marcas en la bolsa, marcas que habrían quedado por viajar en la cinta.
En ese momento un recuerdo pasó por su mente como un relámpago atraviesa la Llanura.
—No caminéis por las cintas. Tienden a arreglarlas cuando menos te lo esperas y... ¡Fiuum!
Podría ver entonces a lo lejos un bosque, un guardia y en el sentido contrario, una entrada al túnel.
Supongo que ese es el Bosque de Azur.
Serían las primeras palabras que pronunciaría en el día. No tenía su abrigo, no tenía sus botas, no tenía...
Sus ojos se abrieron como platos y se agachó de golpe para buscar en algún lado de la bolsa de dormir rápida y nerviosamente.
«¡Tiene que estar... no creo que se haya caído!»
Finalmente, y dejando escapar un suspiro de alivio, tomaría un pergamino del interior de la bolsa. Lo abriría para verificar su contenido y su mundo recuperaría color al ver que la palabra Fresa seguía rodeada de marcas de sellado.
Todo esta bien, supongo... ¿Pero dónde están Shanise-san y Aotsuki-san?
Consultaría a la nada misma. ¿Habría quedado atrás? No, seguramente había quedado adelante, Shanise y Ayame habrían estado durmiendo cuando el joven muchacho se separó. ¿Sabrían las féminas que les faltaba un compañero?
«En el peor de los casos tendré que llegar a Shinogi-To solo...»
Hablo - Pienso