19/08/2017, 18:58
—Bien. Te daré recuerdos de mi parte para él.
—No te preocupes, ya…
Pero aquel chico ni siquiera le dejó terminar la frase. De un rápido movimiento, lanzó una bomba de humo entre ellos dos, levantando una densa humareda que les ocultó el uno del otro. «¡Pero bueno! ¡Así no hay quien use la táctica de desestabilización!» Cabreado, el sharingan se dibujó en sus ojos, mientras retrocedía hacia atrás, previsor, exactamente de la misma forma que había hecho con Eri: tres metros hacia atrás, pero ligeramente hacia la derecha, por si a su oponente se le ocurría lanzarle un kunai directo al gaznate.
No pareció ser el caso, sin embargo. Una segunda humareda le sorprendió, justo encima de la otra. «Pero, ¿qué cojones?» Sus ojos teñidos por la sangre de Uchiha Hazama captaron movimiento por delante. Un embuste. Simplemente otro tipo de humo impregnado de chakra. Pero entonces…
—¡L-la hostia!
Las fauces de Susano'o se abrían ante él, dispuesto a tragarlo de un bocado. En una milésima de segundo, supo qué tenía que hacer y cómo hacerlo, poseído por una extraña calma. Sus manos entrelazaron sellos mientras extendía un pie hacia arriba, como si fuese a chutar una pelota. Quizá aquellas sandalias no fueran del todo cómodas, pero si algo bueno tenían era lo fácil que era desprenderse de ellas.
La sandalia salió volando como una saeta, trazando un pronunciado arco por encima de la ola y alcanzando los quince metros de altura en el punto más alto. El Uchiha terminó los sellos, y entonces…
—¡Susano’o, ¿acaso no reconoces a tu padre?!
Por primera vez en su vida, Uchiha Datsue escuchó el silencio. Era como si de verdad Susano’o estuviese dudando de si aquel era en verdad el mismísimo Izanami disfrazado en el cuerpo de un mortal, porque por un segundo, la ola se detuvo, a escasos centímetros del rostro de Datsue, mientras éste le esperaba con los brazos abiertos, como el padre que va a darle un abrazo a su hijo rebelde. El público ahogó una exclamación, y Datsue bendijo su suerte y la feliz casualidad que se había dado…
… porque no, si él fuese un Dios, sin duda sería uno asustadizo y falso. Sonrió, y en seguida oyó el rugido del desengaño. La ola se desplomó en el acto, formando un enorme cráter en el suelo y aplastando a Datsue bajo su implacable furia.
O eso, al menos, creyó el público por unos instantes.
«Esto lo aprendí de ti, Eri. Va por ti»
Quizá Daruu supiese convocar el poder de Susano'o, pero Datsue, llevado en volandas por el ánimo del público, sentía que el fuego de Amateratsu corría por sus venas. Por eso, si el Hyuuga quería encontrarlo, tan solo había un sitio donde debía mirar…
… el cielo.
«¡Katon, Zukokku»
Y debía hacerlo con urgencia, porque el sol estaba cayendo en picado justo hacia él…
—No te preocupes, ya…
Pero aquel chico ni siquiera le dejó terminar la frase. De un rápido movimiento, lanzó una bomba de humo entre ellos dos, levantando una densa humareda que les ocultó el uno del otro. «¡Pero bueno! ¡Así no hay quien use la táctica de desestabilización!» Cabreado, el sharingan se dibujó en sus ojos, mientras retrocedía hacia atrás, previsor, exactamente de la misma forma que había hecho con Eri: tres metros hacia atrás, pero ligeramente hacia la derecha, por si a su oponente se le ocurría lanzarle un kunai directo al gaznate.
No pareció ser el caso, sin embargo. Una segunda humareda le sorprendió, justo encima de la otra. «Pero, ¿qué cojones?» Sus ojos teñidos por la sangre de Uchiha Hazama captaron movimiento por delante. Un embuste. Simplemente otro tipo de humo impregnado de chakra. Pero entonces…
—¡L-la hostia!
Las fauces de Susano'o se abrían ante él, dispuesto a tragarlo de un bocado. En una milésima de segundo, supo qué tenía que hacer y cómo hacerlo, poseído por una extraña calma. Sus manos entrelazaron sellos mientras extendía un pie hacia arriba, como si fuese a chutar una pelota. Quizá aquellas sandalias no fueran del todo cómodas, pero si algo bueno tenían era lo fácil que era desprenderse de ellas.
La sandalia salió volando como una saeta, trazando un pronunciado arco por encima de la ola y alcanzando los quince metros de altura en el punto más alto. El Uchiha terminó los sellos, y entonces…
—¡Susano’o, ¿acaso no reconoces a tu padre?!
Por primera vez en su vida, Uchiha Datsue escuchó el silencio. Era como si de verdad Susano’o estuviese dudando de si aquel era en verdad el mismísimo Izanami disfrazado en el cuerpo de un mortal, porque por un segundo, la ola se detuvo, a escasos centímetros del rostro de Datsue, mientras éste le esperaba con los brazos abiertos, como el padre que va a darle un abrazo a su hijo rebelde. El público ahogó una exclamación, y Datsue bendijo su suerte y la feliz casualidad que se había dado…
… porque no, si él fuese un Dios, sin duda sería uno asustadizo y falso. Sonrió, y en seguida oyó el rugido del desengaño. La ola se desplomó en el acto, formando un enorme cráter en el suelo y aplastando a Datsue bajo su implacable furia.
O eso, al menos, creyó el público por unos instantes.
«Esto lo aprendí de ti, Eri. Va por ti»
Quizá Daruu supiese convocar el poder de Susano'o, pero Datsue, llevado en volandas por el ánimo del público, sentía que el fuego de Amateratsu corría por sus venas. Por eso, si el Hyuuga quería encontrarlo, tan solo había un sitio donde debía mirar…
… el cielo.
«¡Katon, Zukokku»
Y debía hacerlo con urgencia, porque el sol estaba cayendo en picado justo hacia él…
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado