19/08/2017, 19:59
—¿Pero tú me has visto bien? ¿Cómo voy a estar pasado de peso? — Recriminó el de ojos violetas—. ¿Seguro que miraste bien donde ponías los pies? —inquirió—. Además, eso ahora da igual, ¿qué mierdas es esta habitación y por qué está iluminad con antorchas?
—Claro que he visto donde he pisado, si estábamos parados en el mismo lugar, leñe. Por eso te he preguntado por el peso, porque creo que estás un poquito pasado de Dangos.
De todas formas, el escualo no iba a discutir los hábitos alimenticios de Riko en ese momento. Él tenía razón, habría que ocuparse de indagar en asuntos más preocupantes: como el hecho de que la habitación frente a ellos se había iluminado por arte de magia a su llegada. Como si algo o alguien hubiesen activado algún mecanismo. Pero el fuego delante les permitía ver con amplia claridad en dónde se encontraban.
Era una especie de templo religioso, adornado con una enorme cantidad de decoraciones de pared. Éstas tenían imágenes sintoístas, también algunos versos que algún letrado del Bushidō podría reconocer. Parecía estar ordenados entre sí para contar una historia, pues cada tramo tenía una frase con algún significado probablemente oculto y que, a los ojos de dos jóvenes genin, no eran más que chácharas viejas y consumidas por el indomable paso del tiempo.
—¿Entiendes algo de ésto? —se vio obligado a preguntar.
—Claro que he visto donde he pisado, si estábamos parados en el mismo lugar, leñe. Por eso te he preguntado por el peso, porque creo que estás un poquito pasado de Dangos.
De todas formas, el escualo no iba a discutir los hábitos alimenticios de Riko en ese momento. Él tenía razón, habría que ocuparse de indagar en asuntos más preocupantes: como el hecho de que la habitación frente a ellos se había iluminado por arte de magia a su llegada. Como si algo o alguien hubiesen activado algún mecanismo. Pero el fuego delante les permitía ver con amplia claridad en dónde se encontraban.
Era una especie de templo religioso, adornado con una enorme cantidad de decoraciones de pared. Éstas tenían imágenes sintoístas, también algunos versos que algún letrado del Bushidō podría reconocer. Parecía estar ordenados entre sí para contar una historia, pues cada tramo tenía una frase con algún significado probablemente oculto y que, a los ojos de dos jóvenes genin, no eran más que chácharas viejas y consumidas por el indomable paso del tiempo.
—¿Entiendes algo de ésto? —se vio obligado a preguntar.