19/08/2017, 21:25
(Última modificación: 19/08/2017, 21:26 por Umikiba Kaido.)
Leer, claro, si es que la respuesta era tan sencilla. Sin embargo, tenían un gran problema: y es que aquellos versos, en su mayoría, no estaban completos. Borrones de tierra y tela raída en vez de una palabra compuesta, salvo los cuatro últimos preceptos que se encontraban escritos ya hacia el final de la última pared, que concluía en una enorme piedra tallada con el rostro de una armadura de oni. Era tan grande como un arco de entrada, aunque ésta se encontraba sellada, con una única rendija fina y poco espaciosa que suponía ser la boca de aquella figura.
—Creo haber oído algo similar antes. Parecen preceptos antiguos de alguna clase de luchador, y pudiendo suponer a partir de en dónde nos encontramos, probablemente han de ser versos de algún camino Samurai. El Valle está repleto de ellos, además.
«No tengo amigos, yo hago de mi mente mi amiga
No tengo enemigos, yo hago del descuido mi enemigo
No tengo armadura, yo hago de la benevolencia mi armadura
No tengo castillo, yo hago de mi mente inamovible mi castillo. No tengo espada, yo hago de mi alma mi espada»
No tengo enemigos, yo hago del descuido mi enemigo
No tengo armadura, yo hago de la benevolencia mi armadura
No tengo castillo, yo hago de mi mente inamovible mi castillo. No tengo espada, yo hago de mi alma mi espada»
—Creo haber oído algo similar antes. Parecen preceptos antiguos de alguna clase de luchador, y pudiendo suponer a partir de en dónde nos encontramos, probablemente han de ser versos de algún camino Samurai. El Valle está repleto de ellos, además.